viernes, 14 de septiembre de 2012

EL CERDITO DE WILLOW


Hay algo que siempre me ha fascinado en Willow, la peli de Ron Howard. Desde que era pequeñito.

Se trata de algo que suelo usar como metáfora. Algo a lo que recurro para explicar qué es lo que más me gusta del cine, y por qué el arte de contar historias me parece tan útil, tan valioso.

Imagino que todos habréis visto Willow varias veces, pero os refrescaré la memoria:

Willow tiene aspiraciones más grandes que su cuerpecito de enano, más grandes que su vida de granjero. Quiere ser mago. Ilusionista. Aprovecha las fiestas y mercadillos de su aldea para hacer sus pinitos como tal.

Al principio de la peli, vemos cómo intenta hacer un truco de magia: Coloca un cerdito sobre una mesa y anuncia que lo va a hacer desaparecer. Tapa al cerdito con una sábana... retira la sábana... ¡el cerdito ha desaparecido! Pero no... Finalmente, Willow queda en ridículo, porque el cerdo sale correteando de debajo de la mesa, poniendo en evidencia el "truco barato" del granjero, dejando claro que aquéllo no era verdadera magia.

Peeeeeero...

... como bien recordaréis, en el clímax de la peli Willow tiene que proteger a una niña (que es algo así como "la elegida") y para ello ha de enfrentarse a la bruja más poderosa del reino.

Se ha quedado solo.

Todos los demás han fallado.

Y ahí están cara a cara: Él (un granjero de poca monta, y enano para más inri) y ella (que no sólo hace magia "de la de verdad", sino que es la mejor haciéndola)

Y entonces...

... el enano se arma de valor y decide engañar a la bruja, con el mismo truco de magia del cerdito. Le dice a su malvada antagonista que él es un gran mago, y que va a hacer desaparecer a la niña, que la va a teletransportar a un lugar donde la bruja jamás podrá encontrarla. Y ese pequeño subterfugio, ese engaño barato de mercadillo, salva la vida de la cría.

¿¡Sóis conscientes de lo que os acabo de contar!? ¡Un granjero derrota al ser más poderoso del mundo escondiéndo a una niña debajo de una mesa, y mintiendo!

Yo soy de la opinión de que hacer cine (o cualquier otro arte narrativo) consiste en algo similar a eso. Los narradores somos ese granjero enano que engaña con sus trucos baratos a la gran bruja, ya sea ésta la Muerte, la Imposición Política o la mismísima Realidad de las cosas.

Creo que Willow nos demuestra que una ilusión, si la llevamos bien a cabo, puede ser más poderosa que cualquier otro hechizo.

De todas las cosas que he escrito, creo que mis favoritas suelen ser las más inconsistentes, las más "cogidas con pinzas". Son castillos de naipes. El espectador, mientras está expuesto a ellas, las asume, acepta lo inaceptable. Más adelante, si se para a reflexionar sobre lo que ha visto (o ha leído) se da cuenta de lo frágil que era todo. De repente, si introducimos la razón en la ecuación, hay cosas que no cuadran.

Como en los sueños. Nos parecen completamente coherentes mientras los soñamos y luego, a la luz de la vigilia, se nos antojan absurdos, incluso inaprehensibles.

Como en las borracheras. En estado de embriaguez, las ideas nos parecen brillantes. Si las revisitamos sobrios, en cambio, nos provocan hasta vergüenza ajena.

No es mi intención desacreditar ese otro tipo de narraciones: las coherentes, sólidas como un furgón blindado. ¡Todo lo contrario! Las admiro muchísimo.

Pero no puedo dejar de romper lanzas a favor de lo otro. No puedo dejar de sentir esa fascinación por las historias que le roban la cartera al espectador, que lo desarman, lo sugestionan, lo sumen en un estado de hipnosis... Que lo engañan.

Me encanta imaginarme como un ilusionista. Me encanta pensar que (metafóricamente) soy capaz de engañar al Diablo escondiendo a un bebé debajo de una mesa. Me encanta planear mis narraciones como si fueran estafas, como si fuera Paul Neuman en El Golpe. Como si fuera George Clooney en Oceans Eleven.

Solo que un poco más feucho, más guionista.

4 comentarios:

Licenciado Ignorante dijo...

¡Qué grande, Juanjo! Nunca había visto desde ese prisma "Willow", película cuyo fracaso nunca he comprendido (salvo por el lamentable disfraz de gorila de los trolls).

Elena Cobos dijo...

GRANDE

satirigor dijo...

si yo creo que muchas de las peliculas de los ochentas fueron grandiosas,, no como hoy que uno paga para ir a ver el hobbit un viaje inesperado,, para ver puros efectos especiales y con argumentos pobres y deprimentes

aanodino dijo...

Y mira que estoy intentando escribir un cuento para niños (eso sí, uno bien largo), y me estoy olvidando de la fantasía intentando llenarlo de lógica, ejemplos y enseñanzas...
Me voy a montar una tienda de campaña en tu blog, advertido quedas.