domingo, 26 de agosto de 2012

A QUINCE AÑOS DE LOS PROYECTOS QUINCEAÑEROS


Esta entrada va a ser descabellada. Y preciosa. Vamos a pasear por el cementerio de elefantes más cutre de la historia. Rememoraremos los proyectos más insanos que salieron de las mentes de Alby Ojeda y Juanjo Ramírez-también-conocido-como-yo... y os aseguro que el resultado será un museo muy extraño, un escaparate de abortos que nadie invitó a ninguna fiesta.

"Rememoraremos". ¿Es posible que exista esa palabra? ¿Es posible que exista una palabra tan estúpida?

Parece ser que sí. Vivimos en un mundo en el que existe la palabra "rememoraremos", cargamos con ello... y aun así nos preocupa toda esa mierda de la "prima de riesgo".

En un mundo como éste lo más sensato es erigirle un templo a la locura, y a ello me dispongo.

Voy a hablar de esos proyectos que nunca vieron la luz. Voy a hablar de esas insensateces que Alby y yo queríamos sacar adelante cuando ni siquiera teníamos una formación audiovisual que nos avalase.

No se me ocurre nada más honesto que eso: describir la clase de cosas que queríamos sacar adelante cuando ni siquiera aspirábamos a ello.

Son unos cuántos proyectos, y pienso enumerarlos sin saltarme ninguno. Así que vosotros, mis queridos lectores, tenéis las siguientes opciones:

1- Cerrar esta ventana. Ahora mismo. Dejar de perder vuestro valiosísimo tiempo.

2- Sobrevolar la entrada a velocidad de avión y deteneros sólo en los titulares que os llamen la atención.

3- Leerlo por fascículos. Guardar la dirección en vuestro historial, o donde os salga de los huevos... y degustar a plazos la mierda que me dispongo a ofreceros.

Pues eso:

¿Con qué clase de proyectos soñábamos Alby y yo cuando compartíamos pupitre en el instituto?


- El ataque de los botones asesinos.

Recuerdo que queríamos rodarlo en casa de nuestro amigo Armiche. Estaba basado en una realidad que aún hoy día me sigue fascinando: Hay gente que tiene fobia a los botones. Así, como lo oís. Gente que ve un botón suelto, sin estar cosido a ninguna camisa, a ninguna chaqueta... y eso les produce una repulsión difícil de soportar. Un par de tíos míos padecen esa fobia. Una vecina mía también la sufría.

Por alguna estúpida razón, en aquellos tiempos del instituto decidimos que esa fobia tan extraña era lo suficientemente fascinante para basar en ella toda una peli.

Y yo empecé a escribir el guión de marras, muy influido por Tarantino y toda esa mierda. De hecho, rebuscando materias primas para ilustrar este post he encontrado el guión original. No me he atrevido a leerlo. Por vergüenza ajena y tal (ajena porque, para bien o para mal, yo ya no soy aquel chaval). Pero eso: mú tarantinesco. Diálogos triviales que no vienen a cuento, personajes enfrentándose los unos a los otros, etc.

Voy a hacerle una foto a la primera página del ¿guión? de aquel engendro y lo voy a colgar aquí, para desmitificar... no sé... cualquier cosa que pueda desmitificarse a estas alturas...


 

- El ataque de los intramundos.

Recuerdo esta historia con especial cariño, porque... ¡de verdad estábamos dispuestos a rodarla, joder!

La historia se sustentaba en esa teoría que da título a esta sección: La de los "intramundos", según la cuál existen cavidades del tamaño de continentes entre la superficie de nuestro planeta y su núcleo.

Cavidades en las que, según los teóricos más aventurados, podrían haberse refugiado los homínidos que en su día huyeron del Gran Diluvio, formando civilizaciones subterráneas que evolucionaron de forma paralela a nosotros.

Hay gente que cree que cuando alguien ve un OVNI, en realidad está viendo un vehículo de los "intramundistas".

Nuestra peli de "El ataque de los intramundos" (que desarrollábamos mientras los profes nos explicaban Física, Lengua, Matemáticas...) se basaba en cómo los citados "intramundistas" venían a nuestras islas Canarias a través de los volcanes a intentar conquistarnos... porque necesitaban energía.

Tal y como lo habíamos diseñado, los intramundistas tenían toda su cultura y toda su industria basada en el cacahuete. ¡En serio! ¡Os lo juro! Siete u ocho años antes de Gritos en el Pasillo, ya pensábamos en los "manises" como elemento visual. Lo invasores venían a nuestro mundo porque en sus guaridas subterráneas se les habían terminado los cacahuetes, e incluso las naves que diseñamos para ellos tenían la forma de un cacahuete, con "patas de ovni" y tal...  y con una extremidades rematadas en pinzas, y un taladro en lo alto del maní, para poder abrir túneles hacia la superficie. Pero... ¡¡¡qué rabia!! No encuentro la libreta en cuestión... pero estará en algún lugar... una libreta en la que tenía dibujos de esas naves cacahuetiles.

También tenía dibujos de los alienígenas. Pensábamos hacerlos de la manera más cutre y sencilla: un tío envuelto en una sábana, con dos coladores por ojos y un colgante con un cacahuete al cuello.

¡Mierda! Qué pena no tener aquí los dibujos... Gráficamente es más fácil de entender. Sonaría, como mínimo, la mitad de ridículo.

Pero, por otra parte, el clímax de nuestro guión era que el alcalde espantaba las naves a pedradas, al más puro estilo "majorero"... y eso no hay ningún dibujo que lo salve.


- La cosa que se comió los donuts.

En ésta sí que lamento no tener a mano aquella libreta repleta de dibujos, porque invertí toneladas de cariño en imaginar la manera de "dar vida" al monstruo.

La historia iba sobre cómo el "alumno gamberro de la clase" se comía unos donuts durante las prácticas de laboratorio de Química. Y al cometer esa pequeña infracción, las partículas del donut se mezclaban con los demás compuestos químicos del laboratorio y... se creaba una criatura monstruosa que iba matando a todo el instituto: Profes, coneserjes, alumnos y tal...

Me da muchísima pena no tener la libreta con aquellos diseños porque... joder... había desglosado todo lo necesario para construir la criatura: La base iba a ser una papelera puesta bocabajo, los ojos iban a ser pelotas de pin-pong manipuladas desde atrás gracias a alambres. Las mandíbulas estaban armadas de palillos de dientes maquillados, que se accionaban gracias a unas tijeras de cocina a las que estaban conectados... y etc, etc, etc... todo era así...

El alumno "subversivo" en el que nos inspiramos para detonar la trama era nuestro apreciado Juanma. Un compañero que poco después falleció en un accidente de coche. A veces pienso que... ojalá hubiésemos sacado adelante esta mierda, aunque sólo fuese como homenaje a ese buen hombre.


- Ciclotrón.

De ésta también tenía dibujos, en la misma libreta que las dos anteriores. ¡¡Mierda!! ¿¡Por qué no he encontrado esa puta libreta, si tengo la impresión de haberme cruzado con ella cien veces en los últimos años!?

Bueno, dejemos de lamentarnos.

Ciclotrón era uno de nuestros proyectos estrella. El nombre no es nuestro. Bautizaron con él a algún trasto científico. Si no recuerdo mal, a un acelerador de partículas.

Pero Alby y yo teníamos muy claro que un nombre como ése no podía desperdiciarse en un trasto candidato al Nobel.

"Ciclotrón" es, por cojones, un nombre de criatura de serie B.

Así que, mientras nuestro profe de Física nos explicaba la Física, nosotros discutíamos sobre cómo crear un Godzilla "a la Española" llamado Ciclotrón. Y la respuesta era secilla, claro:

Un BURRO gigante, de 200 metros de altura, con ojos compuestos de insecto (¡qué pena no tener los cuadernos! ¡Lo dibujé mil veces!) Mutaba al comerse un fruto radiactivo en la costa de Palomares, luego se cargaba toda Francia y... acto seguido... intentaba lo mismo con España.

Teníamos secuencias realmente espectaculares. El burro gigante arrancaba la torre Eiffel en Francia y la usaba para destruir la Gran Vía de Madrid. También arrasaba la catedral de Burgos emitiendo rayos láser por sus ojos.

De hecho, los héroes de la peli eran estereotipos muy "a la española": El capitán Gutiérrez de la Guardia Civil, en su citroen dos caballos, el obispo de la catedral de Burgos, la niña prodigio Marisa Tréboles (que era nuestra Marisol particular)

Joder, en aquellos tiempos no sabíamos qué cojones era una escaleta, pero teníamos casi entera la escaleta de la peli. El burro gigante moría ensartado en la cruz del valle de los caídos. (corrección a posteriori: Me acabo de acordar de que Ciclotrón no moría en el Valle de los Caídos. La cruz de los caídos también se la cargaba. Moría ensartado en los cuernos de un toro de Osborne gigante cuya existencia, lo crean o no, habíamos sembrado en el primer acto, aunque entonces no teníamos ni idea de lo que era un primer acto)


- Jespañia 2050.

Ésta creo que la teníamos más en cuenta para juegos de rol que para pelis. Pero no perdemos nada por hablar de ella.

Porque sí: A esas edades jugábamos al rol. En esos tiempos no bebíamos alcohol, ni íbamos a discotecas. Lo único que podíamos hacer para dar rienda suelta a nuestras mierdas era crear historias...

... o jugar a cosas raras...

... o raparnos la cabeza y linchar con bates de beisbol a todo aquél que no perteneciese a la raza aria. Pero si tenemos en cuenta que Alby es medio negro, eso habría sido muy absurdo (y quizá, por ello mismo, muy bonito)

Jespañia 2050 era parte de un universo alternativo que inventamos a partir del juego de rol de "Fan Hunter", que proviene a su vez del universo de Cesc Piñol.

Jespañia 2050 era la futurista historia de un Guardia Civil que combatía el crimen al estilo batman, acompañado de su "Robin" particular, que era "el Torero Maravillas".

Y dicho esto, entenderéis por qué prefiero no demorarme mucho más en este apartado.


- La trilogía de Mc Flannagan.

 ¡Joder! ¡Ésta era una de nuestras favoritas! Creo que surgió cuando vimos "El ejército de las tinieblas" de Sam Raimi. Aunque la peli nos encantó, creo que nos quedamos con las ganas de ver en la gran pantalla ciertas cosas que Bruce Campbell no nos ofreció cuando le pagamos la entrada.

Por eso decidimos que algún día nosotros haríamos "Owls", la historia de un ex-combatiente frustrado (Jerry McFlannagan) dispuesto a hacer volar por los aires cualquier construcción y/o fortificación de aspecto medieval.

La justificación para meter a nuestro querido McFlannagan en el lío es tan retorcida (y al mismo tiempo tan mainstream) que seguramente, mientras os la cuento, ya hay algún ejecutivo intentando robárnosla:

Un brujo que quiere conquistar todas las dimensiones. Pero hay un problema: Si quieres viajar a otra dimensión, tienes que intercambiarte con otro ser de esa dimensión alternativa, para no alterar el equilibrio del universo y toda esa mierda. Mientras el brujo esté en nuestra dimensión haciendo sus gestiones, otro ser de aquí tiene que ocupar su lugar en su mundo "medieval".  Y el puto brujo tuvo mala suerte, tíos.

Eligió al sustituto equivocado.

Cada vez que el malvado brujo viaja a nuestra dimensión, se cambia el turno con el  ex-combatiente Jerry McFlannagan, que despierta en un mundo medieval... y actúa al respecto: libera esclavos, vuela castillos por los aires... intenta superar sus frustaciones, redimir las cosas que no pudo hacer en Vietnam (la historia a estas alturas se ha quedado tan vieja que ahora tendríamos que decir Afganistán)

Nuestra ilusión era ver a un tío vestido con ropas militares de camuflaje reventando todo lo que la gente medieval consideraba inamovible.

Imaginábamos a McFlannagan reventando a caballeros a golpe de ametralladora, volando fortalezas de piedra con explosivos, atravesando los rosetones de las catedrales como un ángel triunfal...

De alguna manera, creo que era nuestro alter-ego para enfrentarnos a la burocracia, e incluso a la mismísima muerte. Era el energúmeno que deshacía el nudo gordianao. Daba igual lo injustas que fuesen las cosas "ahí fuera". Mc Flannagan llegaba, lo regaba todo de gasolina y prendía fuego a las catedrales, o los ayuntamientos, o los institutos, o lo que hiciera falta. Nada pesaba los kilogramos suficientes si sabíamos que McFlannagan estaba dispuesto a hacer volar esa "nada" por los aires.

De hecho, yo me pasaba las clases dejando que las enseñanzas de los profes me entrasen por la puerta trasera mientras dibujaba catedrales dignas de ser destruídas por McFlannagan.



 Lo gracioso es que teníamos ya pensada una trilogía para el venao de Mc Flannagan. En la segunda parte, el ex-combatiente se enfrentaba a una invasión alienígena, pegándole palizas a alienígenas de ésos que se describen la revistas tipo "Año Cero", bajitos, pálidos, con cabeza abombillada y ojos almendrados.
Y en la tercera parte, McFlannagan iba al infierno a liarse a tiros allí para rescatar a un compañero caído del Vietnam. Aunque esta última trama tenía demasiados puntos en común con:

- La Divina Masacre.

¡Os lo juro! Queríamos hacer una versión de "La divina comedia" de Dante pero a nuestra manera... con un Dante experto en kung fu y armado hasta los dientes con ametralladoras... y... claro... un Virgilio a Juego.

Así lo titulábamos: "LA DIVINA MASACRE" (DANTE`S IN DA HELL)

Reconozco que sigo teniendo la espinita de hacer algo de ese tipo... pero ahora ya no tiene puta gracia. Ahora está de moda. Ahora hacer algo así es como diseñar un vaso del Starbucks.

En la misma hornada diseñé una trama para "Dr Jeckyll y Mr Hyde" (hace diez u once años) Quería titularlo "Hyding Je-kill" y consistía en que Mr Hyde, aprovechando un momento de debilidad de Jeckyll había arruinado su vida y la había sembrado de trampas. Todo ello con mucho kung-fu y tal.

Años más tarde se lo comenté a César del Álamo, me propuso que hiciésemos esa misma historia, pero con una chica en vez de un chico... y con triple personalidad en vez de doble... y el resultado fue el largometraje "".

- Las tribulaciones de Batman y Robin en Gotham City.

¡Hostias! ¡Ésta es muy jodida!

Es lo que tiene ser fans al mismo tiempo del rollito Burton y del rollito Tarantino: Que imaginas cómo podría hacerse una peli de Batman al estilo Pulp Fiction.

O ni siquiera eso. Es mucho peor: Lo que imaginas que harían con Batman un par de chavales de 17 años que son fans de Reservoir Dogs.

Mierda puta.

Para que os hagáis una idea: Nuestro Batman/Bruce-Wayne ideal era Michael Madsen, nuestro Robin era Fran Whaley (Brett en Pulp Fiction), tenían un manager muy patético interpretado por Steve Buscemi (que se llamaba.... ¡oh, Dios!... se llamaba Leroy) y se enfrentaban a dilemas como atropellar accidentalmente a un pavo real (llamado Picky) que era la - queridísima - mascota de Gotham... o que les robasen el Batmóvil, seguirle la pista, encontrarlo desmontado en un taller de los suburbios... volverse locos... descuartizar a los ladrones... y tener que arreglárselas para limpiar el taller, para ocultar los cadáveres...

(¡¡Ah, el giro final era que Alfred había descuartizado a Batwoman tras grabar con ella una snuff movie. Porque se sentía celoso!)

...

...

... Éramos jóvenes...


- El banquete de bodas.

A ésta le tengo especial cariño, porque aún hoy sigue resonando en lo más turbio de mi inconsciente.

El prota es un empleado miserable de una gran empresa. Y el gran jefazo le ofrece un alto cargo en la cúpula de la empresa, con mucho más sueldo y más responsabilidad...

... siempre y cuándo él acceda a casarse con su hija.

Y el prota accede, claro... pero cuando está junto al altar... descubre que la hija del jefe de la empresa es una mantis religiosa gigante.

Aun así apechuga con las consecuencias, se casan... y van a pasar la "luna de miel" a un hotel amurallado del que es muuuy difícil salir.

Y en ese hote pasa lo evidente: Cuando el prota y la mantis consuman, la mantis/hija del presi intenta matarlo, y él intenta huir (con el resto del personal del hotel compinchado con el multimillonario/padre de la mantis para impedirlo)

Alby, en su día, intentó hacer una versión de la historia en cortometraje. Yo sigo insistiendo en que esto da pa largo, ¡joder! ¡Una mantis religiosa gigante! ¡Heredar un imperio! ¡Es puro Pérez Galdós!


- Proyecto Lorien.

También lo bautizamos durante un tiempo como "Proyecto Morpheus", o como "Aluzone". Sí, lo habéis adivinado. Iba sobre sueños y toda esa mierda. (y sucedió años antes del puto Matrix y más de una década antes del puto Origen.)

Poca gente lo sabe: Pero éste fue el germen de Gritos en el Pasillo. Queríamos hacer una historia con "clips" de playmobil. Y nuestra trama era muy ambiciosa. Sueños dentro de sueños y esas movidas que luego, más de diez años después, ha puesto de moda Christopher Nolan.

He mirado por encima la trama que barajábamos y... ¡oye! ¡No era mala!

Incluso tengo entre mis cuadernos algunos bocetos de Alby sobre el tema:




En un momento dado, llegamos a la conclusión de que los playmobil estaban demasiado vistos, y de que a lo mejor la empresa suiza que los fabricaba podría demandarnos por derechos de imagen y tal. Así que, tras pensar en esto, en lo otro y en lo de más allá, propuse lo de usar el cacahuete como alternativa al "playmobil".

Pero mis socios no estaban muy convencidos.

Resolvimos hacer una prueba intermedia: Rodar un cortometraje bélico con cacahuetes, ambientado en la guerra del Vietnam y rodado en las macetas de mi casa. Se titularía "El sabor de la metralla".

Nunca llegó a rodarse.

Aunque reciclé a los militares del sabor de la metralla para el final de Gritos en el Pasillo.

Finalmente, escribí también el guión de Gritos y por alguna razón, a pesar de su simplicidad - o gracias a ella - caló más entre mis compañeros que el de "Proyecto Lorien"...  y tras cuatro años de Infierno, Gritos se convirtió en una peli.

Aunque yo creo que "Proyecto Lorien/Morpheus/Aluzone" habría sido una trama bastante más agradecida
(en aquellos tiempos. Ahora ya no. ¡Puto Nolan!)



- Edgar Allan Ninja contra el Dr Lovecraft.

A estas alturas a nadie le impactará este título. Ya nos hemos follado a Dante, hemos mencionado a Tolkien, hemos mezclado a Batman con el puto Tarantino...

Pero sí: Nosotros teníamos la ilusión de hacer unas pelis ambientadas en la ciudad ficticia de Allansville, protagonizadas por Edgar Allan Poe o, mejor dicho: Edgar Allan Ninja, experto en taekwondo y en armas de fuego.

Era una peli maravillosa. Puedo asegurároslo porque, de alguna manera, la tengo entera dentro de mi cabeza. Alan Poe liándose a hostias con primigenios lovecraftnianos, y un clímax en la biblioteca del propio Lovecraft: Poe entraba la casa de H.P Lovecraft, examinaba los libros de las estanterías y se daba cuenta de que los forros de los libros eran falsos. No eran ensayos de antropología, sino manuales de kung-fu. ¡¡Imagináos qué pedazo de clímax!! El taekwondo de Poe contra el Kung Fu de Lovecraft. Antes la gente apreciaba esas cosas. Ahora sólo se descargan politonos de amor.


- Shakespeare Shaolin.

Como suena, en serio.

¿Sabéis eso que dicen de tener un "high concept"?  Un conceptazo para una peli que puedes explicar en una sola frase.

Pues nosotros barajábamos ese rollo del "high concept" hace unos diez años:

"Shakespeare SHAOLIN":

¡¡Shakespeare con kung fu!!

Lo realmente turbio del asunto es que nosotros no nos lo tomábamos a risa. Teníamos ya la trama bastante perfilada, y en ella entrelazábamos a Hamlet, a Lady Macbeth, al Rey Lear y a Othello. (todo ello aderezado con artes marciales, por supuesto)

Os adjunto aquí uno de los esquemas que barajábamos para la trama. Si alguien no tiene demasiado miedo a un derrame cerebral, pues igual incluso se atreve a leerlo:





- Falange zombie.

Pues eso: Zombies en la guerra civil. A alguien se le tenía que ocurrir, y supongo que se nos ocurrió a mil a la vez. Pero nuestra versión era preciosa, en serio!!! El brazo incorrupto de Santa Teresa estaba encerrado en una vitrina porque de lo contrario habría intentado estrangular a alguien. Guernica la bombardeaban con zombies en vez de con bombas... incluso había una secunecia "mú española" con todos los zombies bailando un pasodoble en la plaza del pueblo mientras el cochino (también zombie) gritaba mientras giraba - y se asaba - sobre la hoguera...

El caso es que teníamos ya preparadas la segunda y la tercera parte: AQUELARRE ZOMBIE (ambientada en la España medieval, al más puro estilo Amando de Ososrio)  y CENTURIA ZOMBIE (ambientada en la Hispania ocupada por romanos - de esto creo que nunca he visto una peli -)

- Ira Celtíbera.

Ésta es de cuando lo de "la moda de los ochenta" no era una moda todavía. En aquellos tiempos, en todo caso, hablaba de estas cosas Viruete (y casi nadie más)

El caso es que nosotros teníamos una idea para hacer una peli REALMENTE "ochentera".

"Ira celtíbera". Ésa era nuestro Working Tittle.

Era una especie de mezcla entre "Cazafantasmas" y "No matarás a vecino".

¿La trama?

A un chaval su vecino le encarga cuidar las plantas del apartamento mientras está de viaje. Y claro, el chaval, pues... entra allí con sus colegas... y hay una habitación que se conserva exactamente igual a como estaba en los ochenta: La habitación del hijo de ese vecino, que se suicidó y tal...

El caso es que nuestros protas, en esa habitación, encuentran un videojuego que prácticamente se dejó de vender al día siguiente de salir a la venta: El videojuego basado en el grupo de rock "Adalides del caos". Un videojuego maldito.

Pero nuestros protas lo encuentran... y empiezan a jugarlo... y al hacerlo, empiezan a abrir las puertas del infierno y tal (ya se sabe: si juegas en un programa imformático, estás manipulando números y tal... y eso es cábala, o yo qué sé)

- 33 tumbas vacías.

Un western con zombies que Alby y yo empezamos a idear (con la ayuda de Enrique Esturillo) mientras ayudábamos a una amiga nuestra a hacer su mudanza.

Es curioso: A veces ese tipo de actividades son más productivas que encerrarte en una habitación, ponerte en cuclillas y decir: "Ahora me voy a concentrar hasta que se me ocurra algo fructífero".

"33 tumbas vacías" iba sobre un pistolero que era víctima de una maldición. Habia matado a 33 personas que figuraban en una lista, y como el último reo era un indio, le lanzaba la maldición... y entonces esos 33 muertos se levantaban en plan zombies y le perseguín... intentando matarle... y también mataban a todo aquél que se interponía en sus caminos...

Y disparaban balas que tenían ceniza en vez de pólvora... Esa mierda.

Y claro, luego llegan unos daneses, te ofrecen una peli sobre zombies en un western y, aunque tú ya llevabas trabajando en ese concepto desde un año antes... pues eso: que te lo han pisao.

Y la vida, más o menos, consiste en esa mierda.



martes, 21 de agosto de 2012

HAY UNA GRIETA (OPINIONES AJENAS)


La vida quiere que ahora esté en uno de esos períodos en los que toca recibir opiniones ajenas acerca de mi trabajo, para mejorar dicho trabajo a la luz de lo que te aporten los opinadores en cuestión.

Yo agradezco MUCHÍSIMO las opiniones externas. Sobre todo cuando son sinceras.

Todos sabemos cómo va esta mierda. Todos sabemos cuándo alguien te está diciendo que "mú bien" a todo para escurrir el bulto, o para darte la razón como a los locos. Todos sabemos cuándo alguien te regala ese "mú bien" para hacerte la pelota.

Yo tengo la suerte - o así lo creo - de contar con bastantes opiniones fiables (sustitúyase "opinión fiable" por "persona con criterio" o "amigo de verdad" o incluso ambas cosas)

Existen criaturas ponzoñosas que descalifican tus obras por sistema, ya sea por envidia, por pose o por sífilis. Esas personas son tan fáciles de detectar que... si no las detectas, eres gilipollas y te mereces lo que te ocurra.

Y hay otras personas cuyas críticas, aunque sean disconformes, son bastante constructivas y muy, muy convenientes.

Ahora mismo me hallo en fase de corregir un par de obras. Las tengo dentro del taller, finiquitando la fase de "chapa y pintura". Se trata de dos novelitas que quiero publicar por mi cuenta, sin editoriales, sin intermediarios, sin esperar por la opinión de "los mercados".

Por eso estoy especialmente receptivo hacia lo que opinan sobre ese par de engendros algunas personas cuya opinión valoro de manera especial.

¿Hasta qué punto debes hacer caso de las opiniones ajenas? ¿Cuándo tienen razón los de fuera y cuándo te conviene ser fiel a tus propios principios?

Yo, en mis "no muy largas" andanzas,  me he encontrado con los dos extremos:

1- Gente orgullosa: gente con "ínfulas de artista" que JAMÁS se mostrará receptiva a la hora de alterar su obra. Viven en una ensoñación. Ellos son los "grandes genios" y todo aquél que no comulgue con ellos es porque no ha sabido "adelantarse a su tiempo" para entender su visión.

2- Los volubles, inseguros. Los que nunca confían en su propia brújula interior y avanzan haciendo eses: Si "fulanito" les dice que la historia debería ir más hacia la izquierda, giran hacia la izquierda. Si "menganito" les dice que la historia funcionaría mejor girando hacia la derecha, pues... ¡rumbo a la derecha!

Ambas opciones me parecen igual de peligrosas. Los "prepotentes egocéntricos" acaban naufragando en el terreno estéril de sus propios complejos, y los "inseguros indecisos" cambian de rumbo cada tres segundos... y el barco termina volviéndose loco y prefiere volcar sobre sus propias heces.

Y, joder, ¡yo creo que tengo la puta fórmula! ¡En serio!

Como en muchas otras ocasiones, me parece algo demasiado obvio para escribir una entrada sobre ello, pero no paro de encontrarme a compañeros de fatigas que viven atormentados por no saber cómo resolver el dichoso dilema.

Así que me dispongo a compartir mis experiencias, por si sirve de algo:


Creo que sólo existen dos casos en los que uno debe plantearse hacer caso a las opiniones externas:



1-
  La primera de ellas es quizá la más obvia:

Si muchas personas distintas critican exactamente el mismo aspecto de tu obra, entonces hazles caso.

Todos tenemos gustos distintos, para gustos colores y toda esa mierda. Pero si dos o tres personas te señalan los mismos puntos débiles, ¡igual deberias hacerles caso!

Peeeeeroooooo:

Yo al menos, para considerar eso como prueba concluyente, me aseguraría de lo siguiente:

- Que los "opinadores" en cuestión NO hayan tenido ocasión de hablar sobre el tema para "ponerse en común" y para "contaminarse" mutuamente antes de manifestarte su sentencia.

- Que los "opinadores" en cuestión sean (según el caso) de distintas edades, o de distintas clases sociales y/o distinto nivel cultural... garantizando una "muestra" medianamente variopinta.

- En caso de tratarse de una obra destinada a un target muy específico, no es tan concluyente el número de opiniones como su selección cualitativa (si vas a un asilo a preguntar a los ancianitos qué les ha parecido "Depredador" o "Abierto hasta el amanecer", los resultados no son concluyentes, por razones obvias)



2- 

A veces basta con una sola opinión:

Porque a veces somos indulgentes con nosotros mismos. A veces el proceso de escribir es tan desgastador que dejamos flecos; cosas deshilachadas, cabos sueltos, parásitos que aceptamos en la obra sin aprobarlos del todo.

Lo de siempre: "Sé que esto me rechina un poco, pero creo que es cosa mía porque yo estoy demasiado inmerso en el proceso. Seguro que alguien ajeno ni siquiera lo acusa, ni siquiera se da cuenta de que aquí hay una grieta. Porque es una grieta solamente para mí, que soy muy puñetero conmigo mismo y todo eso. El resto de la gente ni siquiera será consciente de esa neura mía. Porque se trata de eso: de una neura mía, mía... y sólo mía..."

Pues en esas ocasiones en las que alguien que no eres tú acusa esas pequeñas grietas y te lo dice: En esos casos... en esos casos no hace falta que sean varios críticos. Si UNA SOLA PERSONA acusa una de esas grietas que resuenan en lo más profundo de ti mismo, una de ésas que tú querías creer que "sólo eran cosa tuya"... En ese caso... no hacen falta segundas opiniones.

AFRONTA ESE DEMONIO.
Hay una grieta.

viernes, 17 de agosto de 2012

LO SOBRENATURAL


El último guión que terminé, ése que escribí con - y para - César del Álamo, va de "terror sobrenatural".

Durante todo el proceso, tuvimos muy en cuenta un concepto que defienden los narradores orientales (ésos que hacen cosas como The Ring o Kairo)  y algunos europeos (como Lucio Fulci). Dicho concepto podría sintetizarse así:

"Los sobrenatural, por definición, está por encima de lo que puede asimilar nuestra naturaleza humana y, a causa de ello, no debemos poder comprenderlo del todo."

En mi opinión, todas esas "historias de fantasmas" que te regalan un desenlace-dossier con todo bien atado, explicado y masticado... son obras sobrenaturales "postizas". Totalmente legítimas, por supuesto. Pero en el fondo no versan sobre "lo sobrenatural". Más bien se disfrazan con "lo sobrenatural" y lo utilizan para hablar de otras cosas.

Y esto último - ojo - no sólo me parece legítimo, sino totalmente necesario. Los géneros cinematográficos más exquisitos siempre han jugado a eso: el fantástico, el terror, la ciencia ficción...

No obstante, creo que existe otro subgénero (u otro "meta-género") que se centra en lo sobrenatural como tal: En mirar al Más Allá cara a cara y fracasar en el intento.

Y estas otras películas, si son coherentes consigo mismas, no podrán ser coherentes con ninguna otra cosa.

Siempre habrá cabos sueltos; siempre quedarán bastantes cosas sin explicación.

Y lo peor de todo: Lo que más nos asusta, lo que más nos aterra... lo que más nos desestabiliza... Al no haber reglas que pueda asimilar un intelecto humano, no hay manera de justificar lo que ha sucedido ni hay manera de predecir lo que podría suceder.

No hay lugar al que agarrarse.

La historias que (a su humana y torpe manera) intentan reproducir lo sobrenatural, lo numinoso... desatienden la lógica, o incluso la pervierten: como Morgoth y Sauron pervertían a los elfos para convertirlos en orcos.

En historias de este tipo, a veces las cosas suceden "porque sí". Es una manera de desarmar al espectador, de recordarle que no todo lo que existe en el cielo y en la tierra está bajo su control.

Creo que una de las religiones más duraderas y consoladoras que hemos inventado es la narrativa.

La narrativa...

Ella es la base de todo lo demás. A través de ella elaboramos un filtro para maquillar el horror, para codificar el caos y fingir que podemos ordenarlo de algún modo, que podemos dotarlo de sentido, de significado "en términos humanos".

Causas y efectos. Motivos y consecuencias.

Es una religión.

Cada vez que vemos una peli, cada vez que leemos una novela, cada vez que nos cuentan un cuento... estamos yendo a misa. Estamos celebrando el ritual que nos ayuda a dar la espalda al sinsentido, a la negrura inescrutable que amenaza con apagar la luz de esa cerilla insignificante que llamamos "Edad de la Razón".

Sin embargo, existen también las "misas negras". Historias malditas, que no comulgan con el protocolo de seguridad, que quieren follarse a los espectadores sin condón, que intentan abrir las ventanas de nuestro castillo de cristal para que el caos reconquiste lo que le pertenece por derecho.

No me malinterpretéis (aunque sé que lo haréis) yo ADORO la narrativa tradicional, y nunca le daré del todo la espalda. En ese sentido soy un tipo bastante religioso, y todos los domingos voy a "misa".

Pero de vez en cuando agradezco que la poesía (entendida hasta sus últimas consecuencias) se infiltre en una historia y haga de ella un engendro incomprensible, incómodo.

Estoy hablando de películas en las que lo divino se mezcla con lo onírico, ya que al asomarnos a ciertos abismos, lo sobrenatural se fusiona con nuestro inconsciente más profundo, como si fuesen los dos extremos de un círculo.

Me pongo junguiano una vez más. Los sueños y el más allá son primos hermanos, y a la misma fiesta están invitadas las pelis de Fulci y las de David Lynch, los cabos sueltos de Donnie Darko y las Fuentes de la vida de Aranofky.

Lovecraft y Poe presidirán la mesa.


domingo, 12 de agosto de 2012

SOLUCIONES "LOW COST" PARA TIEMPOS JODIDOS


El otro día tuve una - breve y amistosa - discusión en Facebook acerca de si era o no pertinente defender una peli usando como baza "los pocos euros que dicha peli había costado".

La persona con la que conversaba defendía que si una peli no puede defenderse a sí misma con más argumentos que "lo barata que ha salido", no merece ningún crédito.

Y en parte estoy de acuerdo.

En los tiempos que corren, hacer largometrajes a precios irrisorios es una proeza, algo loable... un camino que en ocasiones no nos quedan más cojones que seguir... pero de nada sirve si el engendro resultante NO INTERESA A NADIE.

El caso es que si de algo puedo presumir aunque sea un poquito, es de haberme visto envuelto en varios proyectos que, habiéndose hecho con cuatro duros, han cosechado buenas críticas aquí y allá, han interesado a espectadores en distintos idiomas... Proyectos que, en definitiva, y a su humilde manera, han resultado útiles para el mundo.

Por eso, retomando la controversia del principio: Me he dado cuenta de que lo útil en tiempos como éstos no es tanto ensalzar lo barato, sino intentar indagar en las claves para lograr que lo barato salga bueno.

Con este post intentaré (en la medida de lo posible) proponer algunos truquitos: Artimañas que no pretenden ir a misa, pero que pueden resultar útiles para lograr que esos proyectos que abordamos - a pesar de contar con poquísimos medios - sean decentes y merezcan la pena.

Me basaré en mis experiencias personales (pido perdón de antemano si cito demasiados ejemplos de proyectos en los que yo mismo me he visto inmerso) porque ya son muchos los que han disertado sobre cómo hacer las cosas con poco presupuesto, y quizá lo único "original" que pueda yo aportar (si es que lo hay) surja de mis propias vivencias, y no de mis razonamientos abstractos.

Y no nos engañemos: La "rebeldía" también está sujeta a señales de tráfico. Somos tan rebeldes como nos permiten ser. Los "rebeldes" también formamos parte del sistema. Sin nosotros, el sistema se desmoronaría.

Intentaré darle a esto una forma de lista coherente y ordenada (y probablemente fracase en el intento, como siempre)

- Elige bien tu proyecto.

En esto no quiero demorarme demasiado, porque es uno de los consejos más difundidos, y eso lo convierte, a su vez, en uno de los consejos más baratos.

¡Puro sentido común!

Aun así, sería pecado pasarlo por alto. Sería como hablar de alta cocina y no mencionar los huevos rotos con chorizo.

Una de las cosas que (incluso a día de hoy) más me siguen preguntando en entrevistas es: "¿Por qué decidiste hacer una peli con cacahuetes?" Y casi siempre respondo lo mismo, con total sinceridad: Alby Ojeda y yo queríamos hacer una película con los porquísimos medios que teníamos en nuestra isla de Fuerteventura. De todas las ideas que habíamos acumulado en el cajón, Gritos era la única que, debido a su naturaleza, podíamos permitirnos sacar adelante. Aunque en el peor de los casos tuviésemos que rodarla entre Alby y yo solos (cosa que - no me canso de repetirlo - ocurrió de hecho durante el 70% del rodaje)

Recuerdo también cuando Norberto Ramos del Val desarrolló con Javier Sánchez Donate su largometraje "El último fin de semana". Lo primero que hicieron fue pensar en qué elementos tenían a mano: Una cámara digital, un trípode, séis actores, una casa en la playa... y muy poquito más.

Y en base a eso decidieron qué historia contar y se aseguraron de que podían contarla adecuadamente con lo poco que tenían.

Algo similar nos sucedió a César del Álamo y a mí cuando desarrollamos lo que terminó convirtiéndose en el largometraje "" (aunque de ello hablaré con más detalle - y en otro sentido - un poco más adelante)

Esa historia sometida a "lo que tienes" depende de cada caso. Habrá quien pueda tener gratis una grúa pero le cueste horrores conseguir una mansión para rodar. Habrá quien tenga posibilidad de rodar en la mansión por la cara, pero no pueda costearse la grúa. Elige - o enfoca - tu historia según lo que te puedas permitir.

Y nada de caprichitos.

Si eres caprichoso o no te apetece ser flexible, déjate de bajos presupuestos e intenta producir tu peli con pasta. Es igual de legítimo, y simplemente estarás cambiando unos quebraderos de cabeza por otros.




- Optimiza. 

El siguiente paso, en mi opinión, es saber sacarle el máximo rendimiento a lo poco que tienes. Exprimirlo bien.

Y en ese sentido, yo creo que la palabra mágica es: Precisión.

Déjate de chorradas. Y déjate de indecisiones.

Creo que gran parte del presupuesto de una peli se despilfarra en malas decisiones, en tanteos erráticos, en directores que juegan en pleno rodaje a "frío, frío - caliente, caliente" para averiguar lo que demonios quieren.

Es difícil - y acaso escalofriante - calcular la cantidad de euros y de tiempo que pueden perderse en un proyecto cuando el director y su equipo no han hecho los deberes.

Y euros = tiempo. Tiempo = euros.

Puede parecer muy obvio, pero quizá es una de las cosas que, gota a gota, van horadando el presupuesto de un proyecto.

Hablo de ese director que te hace construir cuatro paredes de un decorado porque no se ha parado a pensar en que, para lo que necesitaba en esa secuencia, habría bastado y sobrado con construir una sola pared, un solo paño.

Hablo de ese director que tarda tres horas en rodar algo que podría solucionarse en treinta minutos. Y la tardanza no se debe a que el resultado final vaya estar más cuidado, no... Se debe a que el probre diablo, en realidad, no sabe lo que quiere, o no se ha parado a pensar si lo que tiene en su cabeza es compatible con la localización de que dispone, los objetivos de cámara con los que cuenta, etc.

Hablo de ese director que hace repetir una toma quince veces porque los actores no le dan lo que él quiere y, al mismo tiempo, él no sabe explicar lo que busca en los actores.

Creo que esas cosas hay que traerlas solucionadas de casa. Al menos en su mayor medida.

Un rodaje es como dar un golpe para robar en una casa. Minuto que pierdas, minuto que arriesgas. Hay que entrar en la casa sabiendo cuáles son los accesos más rápidos, sabiendo ya dónde están escondidas las joyas. Llegar, hacer el trabajito y desaparecer antes de que la alarma alerte a la Policía.

¿Os imagináis al jefe de los ladrones parado en medio del salón, mientras suena la alarma? Los demás suplicándole instrucciones... y él murmurando: "Es que no sé si robar los diamantes o los cuadros..."

Creo que hay que robar la casa sabiéndote el plano de memoria y teniendo muy claro qué es exactamente lo que has venido a llevarte.

A algunos les funcionará hacer un storyboard muy preciso: Luego se busca o se construye lo que aparece en el story Y NADA MÁS. Os aseguro que se ahorra muchísimo dinero y muchísimo tiempo respetando eso.

Otros preferirán no dejarse constreñir por un storyboard: tener las cosas muy claritas en su cabeza y, una vez en el set, ser flexibles, dejarse llevar. Es otra opción muy válida, siempre y cuando el director en cuestión, a la hora de la verdad, sea REALMENTE flexible.

Si adoptas la vía de improvisar sobre una base sólida, sé consecuente con ello, fluye con lo inesperado, acepta lo que te llegue en cada momento y manipúlalo de manera orgánica, espontánea.

Creo que si la base es realmente sólida, estarás relajado y podrás fluir. De lo contrario, serás ese gilipollas que se queda en medio del salón, al son de la alarma, preguntándose qué coño hay que robar.

Hablo casi siempre del "director", supongo que por deformación y por inercia. Pero creo que esta actitud debería imperar también en el resto de los miembros del equipo: producción, dirección de fotografía, dirección de arte...

Por supuesto que Woody Allen puede rodar las secuencias, revisarlas, decidir que no le gustan, volverlas a rodar... Por supuesto que Spielberg dirigió La Terminal teniendo en un rincón del set, al mismo tiempo, una dolly, una steady, una cabeza caliente... decidiendo sobre la marcha qué cacharro quería utilizar en cada plano, como quien elige un palo de golf. Pero es que ellos están en otra liga. Ellos pueden robar la casa a placer, sin prisas, porque las alarmas no suenan para ellos. Porque saben que pueden pasearse por la mansión durante todo el día, sin que venga la Policía a detenerles (y aun así, Spielberg suele terminar sus películas por debajo del presupuesto)

- Supera tus escrúpulos.

Deja atrás los remilgos. Esto no es una guerra de almohadas. Hay que pelear en el barro.

Cuando te dijeron que las cosas tenían que respetar unas ciertas reglas para ser "profesionales" y estar "bien hechas" no te estaban preparando para esta clase de guerra, sino para entornos deportivos un poco más civilizados.

Ahora hay que arremangarse las manos y dejar entrar en la fiesta a invitados que llevan botas sucias en lugar de mocasines.

Y eso no es nuevo en absoluto.

Ya lo hacían los enfant terribles de la Nouvelle Vague, ya lo hacía Sam Raimi cuando usaba una carretilla como travelling en Posesión Infernal. Ya lo hacía Robert Rodríguez cuando usaba de la misma manera una silla de ruedas.

Nosotros, cuando construimos los decorados para Gritos en el Pasillo, obtuvimos muchos de los materiales escarbando literalmente en la basura. Íbamos a los contenedores, a los descampados, a nuestros propios trasteros.

Reciclaje.

Y cuando teníamos que comprar maderas, telas, materiales de cualquier tipo... íbamos a lo más cutre, a lo más endeble. En definitiva: A lo más barato. ¡Qué remedio!

Porque en el cine, si nos ponemos drásticos, las cosas no tienen por qué ser demasiado sólidas. No tienen por qué durar. El cine es espejismo. Aunque suene a Perogrullo, no hace falta que construyas el castillo con materiales de castillo. Basta con que parezca un castillo bajo la perspectiva y la iluminación adecuadas. Y sólo necesita aguantar en pie el tiempo que tardes en inmortalizarlo.

Nos dedicamos a construir castillos de naipes. Naipes que se desmoronarían con un soplo de viento, pero que gracias al hechizo de la cámara se convierten en algo tan sólido y duradero como un tanque.

James Cameron puede permitirse reconstruír el Titanic pieza por pieza. Bien por él. Pero si no tienes sus medios, igual puedes conseguir un trastlántico convincente con un ojo de buey, un par de focos bien colocados y un par de efectos de sonido bien puestos.

Estoy seguro de que Roger Corman habría rodado Waterworld igual de de efectiva (o más) que la original, pero gastándose cien veces menos (o mil veces menos) pasta.

En mi segundo intento de dirigir un largo de animación, a uno de los productores le entró en la cabeza que siguiésemos a rajatabla los métodos de Pixar. Era desesperante. Porque nosotros teníamos que tener cerrada toda la post-producción en un mes, mientras que en Pixar, normalmente, tienen un año entero nada más que para desarrollar un beatboard (un esqueleto de la trama, hablando mal y pronto) antes de decidir si dan o no luz verde a la escritura del guión. Evidentemente, no puedes trabajar del mismo modo que ellos. Es un deporte distinto, con reglas distintas.
 


- Coherencia interna.

Sé que suena muy trillado eso de: "Convierte tus limitaciones en ventajas, en marcas de estilo."

Lo que no estoy tan acostumbrado a leer por ahí es: ¿Cómo cojones se hace eso? ¿Cuál es la fórmula para convertir una carencia en virtud?

No creo que haya fórmulas exactas, por supuesto, pero existe un factor que, al menos a mí, me parece muy útil en ese sentido: La coherencia interna.

Eso es, a mi parecer, lo que diferencia una peli cutre rodada "cámara en mano" con un artefacto doméstico de una obra cuya frecura nos impacta a todos.

Eso es lo que diferencia una peli cutre sin pasta para movimientos de cámara de una obra arriesgada y personal sobre la que se pueden escribir ensayos.

En el fondo es algo tan fácil y tan obvio como que al aspecto formal de tu peli le conviene estar sujeto a un criterio. Ha de estar en íntima conversación con la clase de historia que estás contando, con el tono de dicha historia, con el resto de ingredientes...

Os guste o no Lars Von Triers, tendréis que reconocer que cuando ese tío hacía "dogma" había ahí algo más que un loco con una handycam. Cada decisión había sido meditada (o se adaptaba intuitivamente a un concepto y un tono que habían sido meditados previamente)

Que sí, que todos estamos acostumbrados a ver cómo un centenar de payasos graban de esa manera sin criterio, sin coherencia interna, mareándonos con el tembleque de sus cámaras, desenfocando la imagen y saltándose ejes de manera indiscriminada...

... pero NO tiene por qué ser así.

¿Que recurres a esa forma de "cámara en mano"? Pues que sea porque a tu historia le viene bien que generes una sensación de inestabilidad, de agobio... O porque has decidido que interesa darle un aire de documental o reportaje. Etc, etc, etc.

¿Que no puedes mover bien la cámara porque tienes un trípode de mierda y poco más? Pues piensa si alguna de las historias que tienes en la recámara puede beneficiarse de una realización estática. Piensa, por ejemplo, en bodegones, en composiciones muy geométricas, en jugar inteligentemente con el fuera de campo. ¡Yo qué sé!

Os guste o no Michael Haneke, él ha demostrado que se puede hacer algo interesante realizando así. Kubrick, por ejemplo, podría haber hecho una peli maravillosa de ese modo. Estoy seguro.

El hecho de que una manera de filmar sea heterodoxa no significa necesariamente que sea errónea. Funcionará en tanto en cuanto rime con los demás elementos expresivos y narrativos de la peli.


Me siento como si estuviese contando algo demasiado evidente, pero es que echo taaaanto de menos este tipo de coherencia interna en la mayoría de las "pelis baratitas" que veo...

Y, por cierto: Cada vez tenemos mejores cámaras, cada vez es más sencillo obtener un sonido decente, cada vez son más asequibles los equipos de post-producción con los que realizar un buen apaño. Cada vez tenemos más capacidad de decisión sobre el aspecto que queremos darle a nuestra peli, sin dejarnos condicionar por el presupuesto.


- Dos más dos no siempre son igual a cuatro.


Es peligroso tomar las cosas al pie de la letra.

Por ejemplo: Está extendida la creencia de que para hacer una peli fácilmente producible la mejor opción es buscar una historia que requiera sólo de un par de personajes y que transcurra en una única localización.

Es lógico pensar así.

De hecho, César del Álamo y yo decidimos desarrollar "" precisamente por eso: Necesitábamos algo que fuese asequible de producir sin pasta. De hecho, la peli transcurre toda ella dentro de un apartamento y el 90% del metraje está interpretado por una única actriz.

Salió bien. Los astros se alinearon y de manera milagrosa se logró que un equipo reducido - pero suficiente - de personas estuviese disponible durante 11 días seguidos (y, por otra parte, el buenazo del hermano del director y la buenaza de su mujer cedieron su propio piso para rodar en él durante todos esos días)

Tras la buena experiencia de , César intentó dirigir otro guión mío que, al menos en apariencia, era igual de fácil de producir sin dinero: Una comedia romántica que transcurría íntegramente en una sala de estar con un único actor y una única actriz.

Pues bien: En ese caso no hubo manera de cuadrar fechas. En los días en que podía el actor, no podía la actriz. En los días en que podía la actriz, no encontraban ninguna casa disponible. Y así todo el rato.

¿Qué hizo César? Rodar otro guión suyo que tenía por ahí, y que se basaba exactamente en lo contrario: Muchos personajes y muchas localizaciones.

De esa manera tuvo que comprometer a mucha más gente en el proyecto, pero a cada uno de ellos durante menos tiempo y con menos nivel de compromiso. Así nació Buenas noches, dijo la señorita pájaro.

A veces es más fácil liar a veinte personas durante dos días que liar a dos personas durante veinte días.

Y tampoco podemos tomar al pie de la letra ni sumar "dos más dos igual a cuatro" a la hora de definir qué peli es de bajo presupuesto y cuál no lo es. Creo que intervienen un montón de factores. No podemos ignorar las circunstancias concretas de cada proyecto, ni podemos obviar su contexto.

No olvidemos que la trilogía de El Señor de los Anillos de Peter Jackson, según los estándares hollywoodienses, se considera "bajo presupuesto". Aunque cualquiera de nosotros, simples mortales, palidezca de vértigo viendo cualquier making of de cualquiera de esas pelis.

No olvidemos que durante un tiempo el director más rentable del mundo fue Eric Rohmmer, que hacía pelis intimistas, muy pausadas, que no atraían a todo el mundo. Pero las rodaba MUY baratas y gustaban a un número de personas que, aunque minoritario, resultaba más que suficiente. Sus pelis, proporcionalmente, teniendo en cuenta lo que se había gastado en hacerlas, resultaban más rentables que las de James Cameron.

Pongo esos dos ejemplos para dejar constancia de lo relativo que es todo. De lo volubles que pueden llegar a ser los marcos de referencia.



- No seas rompedor. Sé honesto.

Creo que es otro de los grandes mitos del cine ultra-independiente: "Si quieres triunfar sin presupuesto, tienes que ser rompedor. Dar con una idea tan original, tan novedosa que bla, bla, bla, bla, bla..."

Oye, que si de pronto tienes esa gran idea y te nace sacarla adelante, ¡genial! ¡Bien por ti! A mí me encantan Memento y Saw y más bla, bla, bla, bla.

Pero creo que ni todos podemos ser siempre rompedores, ni a todos nos nace serlo. Y sobre todo: Se puede tener éxito sin ser rompedor. Basta con ser honesto.

El otro día me acordé de esto leyendo el punto tres de este anti-decálogo para guionistas. Es posiblemente el único sitio en el que he leído algo que concuerda con mi opinión al respecto:

El ser humano no está ávido únicamente de cosas originales. En ocasiones también nos gusta que nos cuenten la misma historia, una y otra vez. Es como ir a misa. La mente zambulléndose en su propia piscina de arquetipos, os mismos mitos, los mismos dramas, las mismas tragedias, los mismos rituales...

Somos como los niños, pidiendo una y otra vez a nuestros padres que nos cuenten el mismo cuento, aunque nos lo sepamos de memoria. Pidiéndoles que nos pongan una y otra vez la misma peli de dibujos animados.

Basta vernos en un bar, con los amigos. ¿Cuántas veces hemos tenido con ellos una conversación por décima vez, aun a sabiendas de que ya la hemos tenido, casi idéntica, con la misma gente, con los mismos argumentos? Nos da igual. Necesitamos volver a participar de nuevo de ese ritual.

Somos criaturas religiosas.

Os guste o no entrar en las iglesias, todos necesitamos "ir a misa", cada uno a su manera.

Creo que si revisáramos todo el catálago de pelis low-cost ultra-independientes que han tenido éxito nos daríamos cuenta de que más de la mitad no deben ese éxito a una idea rompedora, sino a una manera honesta de contar las cosas.

Ser honestos con la historia y ser honestos con la manera en que a nosotros nos nace contar dicha historia. Y ahí lo que para algunos es honesto, para otros será una farsa. Para unos lo honesto es contar una historia de denuncia social, para otros lo honesto es ser gamberros, o divertir al público, o provocar al espectador para librarlo de su anestesia habitual, u otras mil cosas.

Mirad la ópera prima de Raimi. Mirad la ópera prima de los Coen. Mirad la ópera prima del propio Orson Welles. No se cimientan en "ideas rompedoras". No cuentan nada que no nos hayan contado veinte veces antes. Lo que hace especiales a esas pelis es la visión de sus autores. Porque fueron honestos.



- Distribución, comercialización.

Esto podríamos considerarlo un epílogo. Creo que, del mismo modo que hay que "cambiarse un poco el chip" para hacer bien una peli "low-cost", también deberíamos cambiar un poco el chip a la hora de distribuir y comercializar esta clase de obras.

Ahora, con la revolución del digital y el internet, se nos abren muchas posibilidades en ese sentido.

Yo podría esbozar teorías sobre el tema, pero lo de mover y comercializar es un campo en el que, de momento, no he tenido demasiadas experiencias.

Pero me encantaría leer divagaciones similares ésta, pero centradas en cómo mover de manera efectiva pelis ultra-independientes.

De hecho, sería genial que los que centramos nuestra atención en intentar hacer pelis "que funcionen" con lo que tenemos a mano, pudiésemos asociarnos con quienes hayan centrado su atención en eso otro: en aprender la maneras de colocar y promocionar la cosas alternativas... de manera alternativa.
8