viernes, 20 de enero de 2012

WEBISODIO 3: OBRA MAGNA

¡No! No es que me haya puesto pretencioso. Es que el tercer webisodio de nuestra serie OBI se llama así: Obra Magna.

Aquí seguimos, aunque los psicólogos nos acusen de maltratar al puto gato.

En esta ocasión tenemos como artista invitado al gran Ciro Altabás, y atentos al cameo de dos actrices tremendas: Alba Messa e Irene Rubio.

¡Esperamos que os guste!

jueves, 19 de enero de 2012

EL ARTE DE PERDER LOS TRENES


Últimamente he progresado en eso de aprender a decir que NO. Ahora, para equilibrar, tengo que re-aprender a decir que SÍ de vez en cuando.

Lo peligroso de las profesiones vinculadad al audiovisual es que son excesivamente vocacionales. Y siempre hay gente dispuesta a aprovecharse de ello. Gente que nos lía, que nos "engaña" con malas o con buenas intenciones. Todos nos hemos malvendido como putas baratas alguna que otra vez. Todos hemos trabajado gratis porque "el proyecto merecía la pena".

Nos venden humo.

"Es que ahora no hay pasta, pero si luego la cosa funciona contaremos contigo y bla, bla, bla..."

Con eso nos la meten doblada. A todos. Guionistas, actores, técnicos...

Las primeras veces lo haces porque necesitas experiencia o algo que se parezca a un currículum. El resto de las veces aceptas simplemente porque eres imbécil. Después de la vez anterior te habías prometido a ti mismo que "una y no más", que no volverías a trabajar gratis para nadie. Pero entonces llega alguien a hablarte de no sé qué proyecto y te cuenta la buenísima pinta que tiene (porque siempre tiene buenísima pinta) y "esto lo va a petar seguro, y ahora mismo no te podemos pagar pero es una oportunidad, porque tengo un contacto muy bueno para acceder a no sé qué pez gordo (siempre hay un contacto para acceder al pez gordo de turno, que nunca sirve para nada) y bla, y bla, bla, bla y más bla.

Y entonces te entran las dudas. Te habías propuesto no seguir currando gratis pero de pronto piensas: ¿Y si éste es el tren? ¿Y si rechazo esto y resulta que ÉSTE SÍ era el proyecto? ¿Y si luego de verdad la peta y el tren se ha puesto en marcha sin ti rumbo a pastos más verdes? Sería como cuando no compras la lotería en el trabajo y resulta que toca. Todos millonarios, celebrándolo, y tú sintiéndote el ser más gilipollas del planeta.

Pues yo ya me he curado de eso. Me curé cuando asumí que hay personas que sencillamente no tenemos suerte para ese tipo de cosas. La tenemos para cosas que quizá sean más importantes, pero no para eso.

Cuando me insisten para que compre lotería en el trabajo siempre contesto lo mismo: Si toca no me va a dar rabia. Porque sé que si yo también la hubiese comprado, no habría tocado. El Cosmos habría funcionado de forma diferente.

Con las colas lo mismo: Cuando tengo que elegir una cola u otra en el mostrador de facturación del aeropuerto o en el supermercado me coloco en la que tengo más cerca, con una tranquila resignación. No necesito elucubrar como Vizzini con el veneno en "La princesa prometida". Ya tengo la certeza de que la cola que yo elija, sea cual sea, tardará más. Aunque haya menos gente. Los dados con los que juega Dios están trucados. Sucederá algo. La cajera será retrasada y no encontrará los códigos de barras de las cosas, o se estropeará la máquina de no sé qué, o habrá que cambiar el rollo de papel de los tickets, o tendré delante a una anciana que se empeñará en pagar con moneditas de cobre.

¿Por qué? Misterios de la vida. Yo creo que la suerte, en gran medida, nos la granjeamos nosotros mismos con decisiones inconscientes, y si no la tenemos es porque en el fondo no creemos merecerla, o porque la parte más sabia de nosotros mismos decide que aún no estamos preparados para asimilarla. Va llegando poco a poco, conforme tenga que llegar. No conviene regar demasiado a ciertas plantas.

Lo bueno de eso es lo que mencionaba un poco más arriba: La tranquila resignación.

Lo bueno de eso es que te regala una filosofía de vida: De pronto tienes claro que el correr tras un tren o rechazarlo no debe depender de especulaciones inciertas. No pienses en objetivos, ni en promesas. Métete en los proyectos no por los beneficios que te puedan reportar en un futuro, sino por las satisfacciones que te van a reportar MIENTRAS trabajas en ellos. Métete porque la historia te hace cosquillitas en el estómago, o porque ves ahí la oportunidad de currar con gente con la que te apetece compartir esa experiencia, o porque estar ahí te servirá para aprender algo que deseas aprender. O simplemente porque te sientes feliz mientras lo haces, satisfecho.

La vida hay que disfrutarla AHORA. Mañana podemos estar muertos. Imagina la cara de gilipollas que se nos quedará si la muerte nos sorprende invirtiendo a largo plazo en un futuro lejano, indefinido. Eso sí que sería como perder todos los trenes a la vez.

miércoles, 18 de enero de 2012

DIOSES DE JUGUETE


Un tema sobre el que me apetece escribir desde hace días. Un tema sobre el que todos hemos leído, sobre el que todos hemos hablado. Un tema del que deberíamos estar hartos, ¡pero no! Todo lo contrario. Necesitamos recordárnoslo a nosotros mismos cada dos minutos:

Cuando hacemos cualquier tipo de arte, hacemos MAGIA.

Sí, ya lo sé, suena pretencioso, petulante... Pero es que a lo mejor me habéis entendido mal. ¡No! ¡Espera! ¡Perdón! Igual he sido yo el que se ha expresado mal. No intento reivindicar la magia como patrimonio exclusivo de artistas y de gentuza similar. No se trata de una cuestión gremial. Es una cuestión humana.

El ser humano es un ser mágico.

Y la magia nos ronda tan de cerca que nos acostumbramos a ella demasiado rápido... y dejamos de valorarla.

Es como "el futuro". Creemos que las pelis futuristas exageraban, porque ya quedó atrás el año 2001 y no tenemos coches voladores, ni androides, ni naves espaciales aparcadas en la puerta de nuestra casa. Pero imaginad que un viajero de los años ochenta se mete en un Delorean y viene a visitarnos. Imaginad su rostro descompuesto cuando vea cómo han cambiado nuestras vidas con tanto internet, tanto smartphone y tanta hostia.

Con la magia sucede algo similar, pero a lo bestia.

Nunca me canso de recordar aquellas frases de Tolkien que intentaré parafrasear aquí. Él decía - más o menos - que el hombre se convirtió en una criatura mágica cuando consiguió aislar el concepto de "Sol" y consiguió abstraer el concepto de "verde" y dentro de su cabeza fue capaz de combinar ambos conceptos para...

¡¡Imaginar un SOL VERDE!!

Esas palabras me impactaron muchísimo en su día.

Habrá quien no se digne a considerar la imaginación como algo mágico. La misma mierda de siempre: "No tiene efectos en el mundo visible", dirán. "No vale. No es demostrable. Es intangible."

¿¡En serio puede alguien seguir pensando eso en los tiempos que corren!?

Las historias de fantasmas existen. Suceden todos los días. A estas alturas todos deberíamos tener claro que un concepto, una idea, cualquier excremento de la imaginación... es un virus que, de manera indirecta, condiciona lo que nos ocurre en esta otra dimensión: la de la materia, la de las COSAS tangibles, la de de los alimentos que comemos, la de los sueldos que cobramos.

El fantasma de "la crisis", sin ir más lejos. Las especulaciones de la bolsa. Los miedos paralizantes que nos inyectan, esos que entran por nuestra puerta trasera sin anunciarse, sin limpiarse los pies en el felpudo. Eclosiones inmateriales que, desde su reino de lo etéreo, configuran el mundo y lo convierten en esa pantomima que vemos cada día en los telediarios. Pantomima que no por ser más material es necesariamente más cierta.

O el ejemplo más esclarecedor: ¡¡Cyberespacio!! Que si internet, que si Iphone, que si gmail, sms, wi-fi, skype o what´s app. Nos resulta tan familiar que ni nos damos cuenta, pero... ¡¡pasamos la mitad de nuestra existencia en un mundo que ni siquiera podemos tocar!! Y ese mundo intangible nos reporta tantas alegrías como el otro, y tantas frustaciones, y tantos dilemas, y tantas oportunidades.

No puedo evitar una alusión al FAUSTO de Goethe: En esa obra mencionaban la aparición del papel moneda como uno de los grandes logros del Diablo. Casi me atrevería a considerarlo un precursor del internet: Cuando se inventó el papel moneda, el hombre se empezó a divorciar de la materia. Antes de eso la gente intercambiaba monedas fabricadas con metales concretos. Cada uno de esos metales tenía su peso y su valor. Y de de repente, "hágase el papel moneda", proclamó Satán... y se empezó a trapichear con servilletas de papel impreso que - en teoría - equivalían al metal que se almacenaba en "no sé dónde". Ése fue el gérmen de la crisis actual (y de casi todas las crisis económicas). Con un sistema así es facilísimo perder el norte. De pronto te descuidas, miras hacia otro lado y... resulta que has puesto en circulación demasiados papelitos, y no hay materia suficiente para respaldarlos. De repente el mundo material se sustenta en un castillo de naipes de especulaciones abstractas... y todo consiste en fantasmas que no tienen ningún sustento palpable, pero que terminan condicionando lo palpable.

Insisto en ello: Nos estamos divorciando de la materia. A pasos agigantados. Y no sé si ese divorcio es bueno o malo, pero... ¡Joder! ¡Es significativo! Cada vez es más difícil darle la espalda al hecho de que todo aquél que trabaja con ideas, manipula magia. Es como manipular una bomba de relojería. Terrible. Maravillosa.

Los más sombríos se obsesionarán con la estafa del "papel moneda". Yo, por mi parte, prefiero obsesionarme con el "sol VERDE" de Tolkien. Este "second life" inmaterial que hemos construído en nuestras cabezas a lo largo de los últimos siglos se puede andar y desandar en un sentido u otro.

Mientras tecleo todo esto me viene a la cabeza una frase que me dio a conocer mi amigo Alby Ojeda. Una frase de Víctor Hugo: "No son las máquinas las que mueven el mundo, sino las ideas."

¡A veces olvidamos el inmenso poder que se nos ha concedido! Es un poder que probablemente se la traiga floja al resto del Universo, pero para nosotros y nuestra circunstancia, es una maravilla: Incluso el más pobre de nosotros ha nacido provisto de un potentísimo ordenador de serie. Eso es lo que alojamos en el cráneo. Un microcosmos de neuronas que se comunican entre sí por medio de iones de sodio y de potasio. Y ese intercambio de materia de traduce en un flujo de impulsos eléctricos, y de esos impulsos surgen ideas que esculpen el mundo en que vivimos. Es la materia transformándose en imaginación y afectando nuevamente a la materia. Como un circuito cerrado. Como un dios que se extirpa un par de costillas para poder chupársela a sí mismo.

Somos eso: Dioses de juguete. Prometeos que flirtean con la divinidad y que conjuran a sus propias águilas para que vengan a devorarles el hígado. Somos hígados que se regeneran una y otra vez... una y otra vez... una y otra vez... máquinas de soñar que caen al suelo y se levantan sacudiéndose el polvo de manera indolente, como si fueran John McClaine.

Somos magia, resurrección, renovación... y por eso mismo puedo decir (casi) sin blasfemar:

¡Somos la hostia!

jueves, 12 de enero de 2012

WEBISODIO 2

¡Muy buenas! Siento tardar tanto en colgarlo por aquí. He estado mudándome de casa, más curro, más viaje, más bla, bla, bla, bla, bla.

Pero aquí os lo dejo: El webisodio 2 de nuestra serie OBI:



¡Ah! ¡Se titula "Castin Beaver"!

domingo, 8 de enero de 2012

EL HOMBRE DEL MARTILLO


Dentro de algunas horas me engullirá un avión. Antes de que eso ocurra, os dejo aquí otro de mis conceptos absurdos. Algo que se me ocurrió ayer:

Un hombre. Se pasea por las calles más transitadas de la ciudad con un martillo en la mano. Nadie le molesta. Cualquiera puede pasearse con un martillo a la vista. Es una herramienta muy útil. Se utiliza para cosas muy legales.

Pero, ¿sabéis lo que hace ese tío con el martillo? No quiere hundirlo en la cabeza de nadie. Es mucho más sencillo: Observa los bolsillos de nuestros pantalones en busca de ese bulto sospechoso; ese relieve rectangular que nos delata como usuarios de Iphone. Ése es el objetivo de su martillazo.

Un golpe preciso, seco, inesperado.

¡Crash!

Y nuestro Iphone a la mierda, antes de que queramos darnos cuenta.

Porque tardaremos mucho tiempo en darnos cuenta. Entre tanto motor y tanto bocinazo y tanto semáforo conversando con los ciegos y tanto grito de vendedor de lotería... ¡Visto y no visto! - y ni siquiera oído -. Un martillazo rápido en nuestro Iphone, y una rutina que se resquebraja. Un mundo entero que se desmorona.

Ése es el concepto. Sólo eso. Un tipo que se pasea por la ciudad, que adivina el bulto en vuestro pantalón - ¿qué diría Freud? - y os abre el puto Iphone como si fuera una cáscara de nuez.

Lo más chungo es que si ese verdugo no existía, a lo mejor esta entrada lo convoca. Puede que alguno de los pocos visitantes de este blog sopese la idea, y se enamore de ella, y decida propagarla como un virus.

sábado, 7 de enero de 2012

LOS TERRORES DE LA INFANCIA


¿Qué os parece la imagen que hay sobre estas líneas? ¿Sabéis por qué la he elegido para encabezar la entrada?

Es un cuadro. Estaba colgado en el dormitorio de mi hermana, cuando éramos pequeños.

Y me aterraba
.

Me daba muchísimo miedo, en serio. No podía estar delante de esa cosa durante más de diez segundos. Mal rollo en estado puro. La mirada de esa chica me ponía los pelos de punta.

Ayer me reencontré con ese cuadro. Tuve que ir al trastero a buscar algo y allí estaba: cogiendo polvo. ¡Ahora me encanta! Adoro ese estilo de dibujo, y ese uso del color. Y, qué coño, le pediría salir a la chica del cuadro.

Me lo he traído a mi habitación de Fuerteventura. Ahora está conmigo. Un trastero no era sitio para ella.

Me gustan esos pequeños hitos que nos recuerdan cómo nos vamos reconciliando con nosotros mismos, poco a poco. Llegar a amar las cosas que antaño nos asustaban. Pensar que quizá esas cosas nos horrorizan porque una parte de nosotros intuye que estamos abocados a amarlas algún día. Y eso asusta.

De niño me aterraba la oscuridad. Era incapaz de dormir con todas las luces apagadas. Era incapaz de ver películas de miedo. Y ahora, sin embargo...

Otro de los objetos que más me aterraban cuando era pequeño: El perchero del dormitorio de mis padres. Esto es lo más parecido a ese hijo de puta que he podido encontrar en la red:


Acechaba desde una esquina del dormitorio, el muy cabrón. Yo no me atrevía a permanecer demasiado tiempo a solas con él. No era capaz de darle la espalda.

Creo que si hubiese tenido que diseñar al Balrog de Moria, me habría inspirado en ese perchero para hacerlo. Ésa sí habría sido una reconciliación maravillosa.

¿Y vosotros? ¿Qué objetos os daban miedo cuando érais niños? ¿Cuáles eran vuestras "calderas del sótano de Solo en Casa"?

miércoles, 4 de enero de 2012

TIRANDO DE LA MANTA: LAS CLOACAS DE INTERNET

Espero escribir alguna entrada buenrollera en breve, pero hoy no tengo más remedio que ponerme serio.

El otro día os hablé de nuestra nueva serie de internet, Obi. Pues bien: Su director Norberto Ramos del Val me ha engañado vilmente, y no he podido quedarme de brazos cruzados.

Por eso convoqué una rueda de prensa en el "Papi´s Bar". Allí expliqué mi caso a los medios detalladamente y saqué a relucir la basura de los entresijos de las webseries. Creo que ya era hora de que alguien lo hiciera.

Aquí os dejo el vídeo. Gracias, Alby, por grabarlo y editarlo de manera tan absolutamente imparcial.