lunes, 15 de julio de 2013

¿PA QUÉ SIRVEN LOS BLOGS?


Cada vez me cuesta más escribir en el blog, quizá porque esto de bloguear, tal como yo lo concibo, empieza a convertirse en algo obsoleto.

Pretendo reflexionar sobre "pa qué coño sirve un blog en pleno 2013", y para hacerlo voy a espantaros relatar mi trayectoria en el mundo éste de los blogs.

Yo soy bloguero desde el 2003 ó 2004. ¡Cielos! Hace ya una década que me paseo por la blogosfera. Aún recuerdo aquellos tiempos del primer Demasiado Violeta, en Pitas. Pura prehistoria: si querías poner algo en negrita o en cursiva...

... o si querías cambiar de párrafo...

tenías que programarlo en HTML.

Y ésa no era la única diferencia, ni la más esencial. Lo más significativo era la motivación que me impulsó a abrir aquel primer blog:

Como buen canario, la vida me ha obligado a asumir una naturaleza nómada. Lo normal era vivir en vete a saber qué ciudad mientras tus amigos de toda la vida estaban, en su mayor parte, a cientos o miles de kilómetros de distancia.  

El blog era la mejor manera de tener a toda esa gente informada sobre cómo iba mi vida.

Qué cosas me ocurrían, qué reflexiones me asaltaban, cuáles eran mis frustraciones, mis anhelos...

El primer Demasiado Violeta era un blog personal. Una especie de diario anárquico, caprichoso. Era más económico que llamar por teléfono a todos mis colegas o acribillarlos con sms. Y bastante menos invasivo.

Añoro aquella libertad: La libertad de desoir las hipotéticas leyes del "buen post". ¿Creéis que mis posts actuales son demasiado largos? ¡Eso es porque no habéis leído los de antaño! No había límite de palabras capaz de detener a la apisonadora que se habría paso a través del interior de mi cráneo, exprimiendo mis uvas y mis heces.

Saltaba de un tema a otro sin ningún escrúpulo. En un mismo párrafo era capaz de relatar una anécdota personal, una opinión sobre una peli, una reflexión sobre mi situación vital e incluso - ¿por qué no? - algún emoticono.

Evidentemente, también usaba aquel primer blog para relatar las experiencias de intentar sacar adelante Gritos en el Pasillo (finalmente recopilé todas aquellas menciones en este otro blog)

Peeeeero...

Llegó el momento en que Gritos se empezó a vender de manera más "pofesional", más de cara a la galería, y los productores me "obligaron" a abrirme un blog más comercial, más centrado en promocionar la peli. Así nació BLOGGING NUTS, que en paz descanse.

Por muy "promocional" que fuese aquel nuevo blog, deje que se instalansen en él muchos de mis antiguos vicios. Por mucho que las circunstancias me obligasen a centrarme en vender la película, sobrevivió la costumbre de los posts kilométricos, y la de condensar cuatro temas en una misma entrada, y la de aburrir a conocidos y desconocidos con los devenires más cotidianos de mi día a día.

Creo que nunca he tenido tantas visitas ni tanta implicación de los lectores como en aquel blog "oficial" de la película, pero aunque intentaba humanizarlo y personalizarlo en la medida de lo posible, la etiqueta de "blog oficial de Gritos en el Pasillo" pesaba cual espada de Damocles. Nunca pude desprenderme de esa mierda. Una parte de mí sentía que estaba tecleando en nombre de otra gente, aunque estuviese hablando sobre la talla de mis calzoncillos.

Así pues, cuando llegué a la conclusión de que el ciclo comercial de Gritos había terminado (o eso creía... luego la cabrona demostró que podía tener más vidas que el puto Rasputín) me sentí legitimado para echar la persiana de cierre en Blogging Nuts, e inauguré esta versión actual de Demasiado Violeta en la que me leéis ahora.

La idea era poder volver a ser 100% libre, poder escribir para mis - no demasiados - lectores sin ese incómodo y sutil condicionamiento de: "No sólo estás hablando en nombre tuyo. Estás hablando también en nombre de tu peli, de tu equipo, de tus productores, de la madre que nos parió".

Y así fueron los albores de Demasiado Violeta: Retransmisiones muy personales para informar sobre mis aventuras a todos esos amigos y conocidos desperdigados por decenas de ciudades. Allí escribía sobre mi estancia en Donosti, sobre mis expreriencias en Vaya Semanita, sobre las pelis que veía, los libros que leía, los pintxos que comía, las birras que bebía...

No sólo me ayudaba a tener informada a mi gente. También me ayudaba a sentirme menos solo. Teclear en el blog era como echar un ancla hacia algún sitio desde esa vida nómada a la que estaba condenado.

Pero luego irrumpieron un par de cosas en mi vida, y en el planeta entero. La primera de ellas se llamaba Facebook. La segunda Twitter.

Eso lo cambió todo.

De repente, no necesitabas el blog para decirle a tus seres queridos cómo te iba la vida.

De repente, no necesitabas más de dos frases (ni más de 140 caracteres) para compartir con los demás la mayoría de tus reflexiones.

De repente, incluso, la gente se aburría si intentabas contar algo en más de dos o tres párrafos.

"¡No nos aburras con el blog! ¡Si no tienes algo realmente importante que decir, escríbelo rapidito en un tweet, o en un estado de Facebook!"

De pronto me di cuenta de que los "blogs personales" estaban obsoletos. Ya no tenían razón de ser.

De una manera casi inconsciente, empecé a utilizar el blog para disertar sobre temas más específicos. A fin de cuentas, ésa parece ser la función realmente útil de los blogs: Tecleas en google buscando cierta información y hallas por accidente, en la entrada de un humilde blog, un oráculo que el Destino te tenía reservado.

El advenimiento de las redes sociales y las mutaciones internas de internet han redefinido el paisaje de la blogosfera: si antes los blogs eran un vehículo para promover la egolatría de sus autores, ahora son el paradigma del altruismo.


Estoy seguro de que, sea cual sea vuestra inquietud, sea cual sea la respuesta que necesitéis, algún buen samaritano se ha encargado de publicar esa información en un blog: Cómo cortaros bien las uñas, cómo cambiar un termo, cómo arreglar vuestro portátil, dónde perdió la virginidad Nicola Tessla.

De hecho, la entrada más visitada de este blog es aquélla en la que expliqué distintas maneras de combatir el insomnio.

Pero claro, uno acaba escribiendo sobre lo que conoce, o sobre aquello que le inquieta. Por eso, en los últimos tiempos de este blog la mayor parte de mis posts han versado sobre lo que me absorbía en esos momentos: post sobre guión, sobre dirección, sobre escritura de novelas.

Ocurre, sin embargo, que cada vez me cuesta más escribir algo sobre esos temas que ocupan mi día a día, porque ya no me siento capaz de aportar nada original ni interesante sobre los temas que me rondan. De hecho, cada vez conozco más blogs de gente que diserta sobre dichos temas con más propiedad y con más conocimiento de causa que yo.

Cada vez me cuesta más escribir algo sin tener la sensación de que eso ya se ha escrito mil veces, y desde el mismo punto de vista.

También me viene últimamente a la cabeza una frase que Álex de la Iglesia le dijo a un amigo común: "Si quieres dedicarte a hacer películas, deja de escribir sobre hacer películas y haz películas."

Últimamente estoy más activo que nunca. He vuelto a dirigir después de cinco años en barbecho, estoy trabajando en cuatro o cinco guiones a la vez - yo mismo pierdo la cuenta -. Se supone que me sobran vivencias para llenar este blog de tonterías.

Pero una parte de mí tiene muy claro que si intentase plasmar mis experiencias en palabras, el resultado sería precisamente eso: Tonterías.

Quizá no haya manera de transmitir en un post los entresijos y las suciedades de la experiencia real. Quizá intentar transmitir las cosas que de verdad importan es como embutir a tu hija en un tutú, maquillarla de puta y obligarla a bailar en la función de ballet del colegio.

Bueno, en realidad ni siquiera puedo opinar sobre eso. Nunca he tenido hijos, que yo sepa.

Y toda esta retahíla... ¿qué propósito tiene? Posiblemente ninguno. O puede que su ausencia de propósito sea precisamente su propósito. Puede que, de manera casi inconsciente, esté reseteando el blog. Volviendo a los orígenes: A los posts kilométricos que no interesan a nadie.

Es, en cierto modo, como asesinar el blog para invitarlo a renacer.

Mudar la piel de serpiente.

Quizá todo esto sea una forma de decir - de una manera muy ritual, muy tonta - que a partir de ahora este blog versará sobre "vete tú a saber". Sólo publicaré en él cuando la víscera me invite a ello, y sólo escribiré - como antaño - sobre los temas que mi víscera decida.

No me conozco demasiado a mí mismo, pero intuyo que me dispongo a hacer un blog honútil (combinación de los términos "honesto" e "inútil")

Estais invitadísimos a perder el tiempo con mis honutilidades.