viernes, 20 de abril de 2012

TURBOTINES Y RUEDECILLAS


Hoy me he acordado de un clip que rodamos para el making of de Gritos en el Pasillo.

De hecho, creo que he soñado con ello.

Lo raro de estar enfermo es que a veces uno pierde la noción de qué es soñado y qué es real.

Confío en obtener algo provechoso de ello.

Puede que incluso sea cierto eso de que se encuentran más verdades en el mundo de los sueños que en el mundo de la vigilia.

A lo que iba:

He recordado/soñado ese clip que, finalmente, no pudimos incluir en nuestro making, porque ya empezaba a durar demasiado.

A algunos os sonará este clip. Creo que ya lo he colgado por aquí anteriormente. Se trata del vídeo en el que explicamos - parodiando las teletiendas - "cómo funciona el TURBOTEEN".



Lo bautizamos "turboteen" en honor a aquella serie sobre un chaval que se convertía en coche cuando se mojaba. Nos gustaba poner nombres bizarros a las cosas.


Si habéis visto el vídeo, ya sabéis lo que es un "turboteen". Si os da pereza verlo, no os preocupéis, voy a explicarlo en poquísimas palabras:

El "turboteen" es un dispositivo muy rudimentario que diseñamos para poder manejar con cierta precisión a los personajes de nuestra peli. Estaba construído con un tubo de bolígrafo, un alambre, una cuña de madera y una rueda (también de madera).

La función de aquella rueda de madera era aumentar el radio del tubo de bolígrafo, para poder hacer girar a los muñecos con algo más de precisión.

Pues bien:

Al final ese maravilloso turboteen lo usamos... un par de veces, como mucho.

Al menos en sentido estricto.

Porque en cuanto adquirimos un poco de soltura manejando a los personajes, la rueda nos sobraba. Nos bastaba con el tubo de bolígrafo. Nuestras manos se acostumbraron a los micro-movimientos que exigían los cacahuetes, y aquellas ruedas de madera, en decorados tan pequeños, lo único que hacían era entorpecer y ocupar demasiado espacio...

Y, bueno... de pronto todo eso se me ha antojado como una metáfora, como un ejemplo muy gráfico de cómo ciertas cosas son necesarias en los inicios, pero luego dejan de tener sentido.

Muchas de las cosas que resultan necesarias en los inicios - normas, preceptos, "manuales de instrucciones" - dejan de tener sentido cuando ya hemos alcanzado cierto grado de soltura, cuando ya podemos invocar el resultado idóneo sin usar esas herramientas preliminares, cuando podemos cocinar el plato sin respetar la receta paso a paso.

Supongo que la metáfora de la ruedecilla del turboteen en similar a la de otras ruedecillas bastante útiles: Las de las bicis.

Sí... Ésas que ponen en la parte trasera de la bici para que los críos no se caigan.

Cumplen su papel hasta que el niño es lo suficientemente diestro para poder mantener el equilibro sin usarlas.

Y creo que cada día soy más fan de esas ruedecillas de los turbotines y de las bicis. Tienen la ingrata misión de aportar su utilidad en el momento más necesario y luego... desparecen...

No posan en la foto... ni reciben medallas.

Pero fueron necesarias. En su momento.

Las ruedecillas.

Saben cuándo tienen que entrar en escena, y saben cuándo tienen que retirarse de la escena para no molestar.

No es tan fácil saber cuándo hay que retirarse de la escena. Napoleón no supo hacerlo, por ejemplo.

Sí. Ya sé que es una chorrada de idea. Igual no merece tantas palabras. Ya os he dicho que estoy malito. ¡Coño! No doy pa más.

En mi barrio están quitando los andamios. Cuando llegué a este piso estaba toda la zona repleta de andamiajes. Un barrio con un exoesqueleto de metal, a lo Blade Runner. Ahora los quitan. Ahora todo empieza a parecer un poco más diáfano.

Mi enfermedad se me antoja un poco como eso: He estado una semana "cerrado por obras" y ahora me están quitando los andamios y me están dejando más diáfano.

¿Por qué coño os estoy contando esto?

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