domingo, 9 de diciembre de 2012

¿QUÉ ES ESCRIBIR?





¿Qué es escribir? ¿Y tú me lo preguntas? No, te lo pregunto yo. Garrapatear la lista de la compra para ediciones "el imán de la nevera" (media de huevos, lechuga, cuatro puerros) ¿Es escribir? Mandar ese sms... ¿es escribir? Y mandar ese otro - cambian los modos, cambia el destinatario - ¿es escribir? Encerrarte con otras cinco personas exponiéndote a pizarras, a despachos de luces fluorescentes y retorcerte las neuronas con ademanes de estrujar un trapo para encontrar soluciones propias para problemas ajenos, ¿es escribir? Domar tu ingenio - o esa especie de sucedáneo convincente que lo suple - al servicio de personas que te dicen lo que quieres, ¿es escribir?

¿Es escribir contemplar con ojos derrotistas, impasibles, cómo las letras se despeñan hacia el folio y se estampan en él en cualquier sitio, de cualquier manera, sin tener siquiera la decencia de desangrarse a causa del impacto? ¿Es escribir organizar el andamiaje con precisión de autopsia, con cirujía de ingeniero, armar un híbrido de columpio de parque y potro de tortura donde los niños al jugar se quedan parapléjicos, donde las avalanchas se pierden en laberintos técnicos, dan mil vueltas, se marean, se diluyen y se divorcian de su razón de ser; donde extirpamos la pasión de la ecuación para limpiarla un poco, para imprimirle un "look" profesional, donde nos conformamos con - comida de hospital - que el resultado tenga sentido, o lo aparente? ¿Es escribir tatuar en el papel una única letra, sólo una, pero con tantas ganas, tanto mimo que uno podría recorrer sus curvas y oler el mundo entero?

Llevo quince años dedicándome conscientemente a eso de escribir y aún no sé a ciencia cierta en qué coño consiste, pero vislumbro una respuesta. Creo que escribir es una alergia al hecho de que en la Realidad hay algo que chirría. Creo que escribir es un ataque - muy en defensa propia - a cómo son las cosas. Los más ambiciosos escriben para cambiar la Realidad. Otros escriben en un intento temerario de entenderla y - aún más temerario - ayudar a comprenderla a sus lectores. Los hay que ni una cosa ni la otra, arquitectos que escriben con la esperanzar de reinventar la Realidad, partiendo desde cero.

Quizá haya tantos tipos de escritores como maneras hay de reaccionar al hecho de que la Realidad no es todo aquello que nos prometieron que sería. Quizá la escritura es un bastón, es una prótesis que necesitamos para poder caminar sin tropezarnos a través de los accidentes geográficos de la verdad desnuda; una prótesis que nos ayuda a redondear nuestro contorno, para encajar a duras penas en el puzzle.

Es posible que algún día, cuando la Realidad no nos presente tantos problemas, cuando todos sepamos entenderla, es posible que entonces... escribir ya no sea necesario.

Por eso algunos otros escribimos como si quisiéramos seguir jodiendo el mundo, como si no quisiéramos verlo nunca sano. Le ametrallamos las cicatrices a golpe de teclado, e infestamos nuestras frases con la mierda más incómoda para clavarlas donde más le duele. No lo hacemos porque queramos, quizá ni siquiera porque nos apetezca. Lo hacemos porque no sabemos hacerlo de otra forma. Y - ¿quién sabe? - a lo mejor "no saber hacerlo de otra forma" también es escribir.


5 comentarios:

Rubentxo dijo...

La eterna pregunta...
Arrebuscando en esos blogs que antes era capaz de actualizar con más o menos periodicidad, he encontrado este texto que escribí hace años, y que busca la misma respuesta:

"Escribo para encontrarme a mí mismo, pero también para olvidarme un poco de mí. Escribo para comprender un poco mejor a la gente pero también para resguardarme de ella. Escribo para aprender pero también para equivocarme. Escribo tanto para enterrar mis miedos como para crear incertidumbres nuevas. Escribo para perpetuar mis recuerdos pero también para desfigurarlos y modificarlos según mi antojo. Escribo para no volverme loco y para recordar que nunca estuve cuerdo. Escribo para sentirme mejor y, sobre todo, para tener bien presentes todas mis culpas.

Escribo y miento. Escribo y digo la verdad. Miento con verdades y convierto la realidad en la mayor de las ficciones, también viceversa. Tanto cuando miento como cuando digo la verdad, trato de ser honesto. A veces soy sincero. A veces sólo aparento serlo. La mayoría de las ocasiones finjo que no lo soy. Soy un embustero y, si prestas atención, verás cómo me crece la nariz.

No te creas la mitad de lo que aquí te cuente. No confíes jamás en mí. Juego con las palabras y sé modificarlas a mi antojo para que digan justamente lo contrario de lo que quiero decir. Puedo confundirte si me lo propongo, incluso puedo hacer que sufras.

Escribo para pertenecerte y para que seas parte de mí. Te poseo cuando escribo y me posees cuando lees lo que escribí para ti. Parece una bonita relación, pero lo cierto es que yo soy un mentiroso y tú no sabes distinguir mis mentiras de la verdad. No conozco tus intenciones y tú ya sabes que las mías no son del todo limpias.

Ahora puedes seguir leyéndome si quieres, pero después no digas que no te lo he advertido".

Ay, escribir... Un vicio como otro cualquiera, jeje.

Salud!

Juanjo Ramírez dijo...


ES BUENÍSIMO RUBENTXO!
UN ABRAZO!!

Elena Cobos dijo...

¿Hace falta que el mundo esté jodido? Para qué, ¡si eso ya lo ponemos cada uno de nuestro interior!

Para mí, escribir es ese campo de pruebas, aparentemente sin consecuencias, que no tenemos en la realidad.

Juanjo Ramírez dijo...


Es otra hermosa teoría! :)

Julio Rodríguez dijo...

Que bueno todo Juanjo. Todo el blog.