jueves, 16 de septiembre de 2010

KIT KAT IS OVER!!




A veces uno tiene la sensación de que la vida es una línea recta. Como los cables de los postes telefónicos vistos a través de la ventanilla de un coche en marcha.

Pero en esos itineriarios entre poste y poste, de vez en cuando, hay paréntesis.

Yo tengo la sensación de haber hecho un enorme paréntesis de dos años y medio.

Los dos años y medio que he vivido en Euskadi.

Dos años y medio que me han enriquecido mucho y me han ayudado a conocer a gente valiosísima.

Pero un paréntesis, una época con afán de delimitarse a sí misma. Un puto kit kat.

Y exise a su vez un paréntesis paralelo que no está relacionado con donde trabajo y con dónde vivo, sino con qué mierdas escribo en mis ratos libres.

Hace casi tres años empecé una novela titulada "Zipo y el hipopótamo mecánico". Era una especie de cuento juvenil que intentaba ser deudor de la literatura de Roald Dahl, de William Goldman y sus princesas prometidas, de Miyazaki y sus paisajes imposibles. Escribí la mitad de la novela, pero no pude continuarla, porque entré a trabajar en un programa (maravilloso) llamado V$y@ S&m"n¿t@ que me exprimía durante nueve horas y me devolvía al mundo real sin fuerzas para aspirar a nada que se encontrase más allá del fondo de un vaso o más allá del calor de una almohada.

Durante mi primer año como guionista en S&m"n¿t@ era lo suficientemente ingenuo para creer que podría combinar toda aquella explotación laboral con la escritura de otra novela. Así que tecleé un capítulo entero que inauguraba un nuevo engendro. El primer capítulo de una novelita corta que tendría por título "La emperatriz de los insectos".

La escritura de ese primer capítulo coincidió con un período en el que me tocó romper con cierta relación sentimental y conocer a ciertas otras sentimentalidades, y etcéteras y etcéteras y etcéteras que no vienen al caso pero que, con tanto trasiego de mareas, bloquearon el avance de la puta "Emperatriz de los insectos".

Durante los últimos dos años y medio he intentado retomar ambas novelas. Infinidad de veces. Y me embargaba un sentimiento horrible, porque me encantaba lo que llevaba escrito en cada uno de esos dos proyectos, pero no me veía capaz de continuarlos. No tenía las fuerzas necesarias, ni la lucidez necesaria, ni la motivación necesaria.

Y eso es jodido, porque es vivir sabiendo que tienes un par de asignaturas pendientes en el bolsillo trasero del pantalón. Como flotar en una colchoneta de playa siendo consciente de que hay por ahí un par de agujeros por los que se está escapando el aire y la energía, poco a poco.

Este verano dejé las ocupaciones que me ataban a Euskadi. Quienes me conocen bien saben lo difícl que fue para mí tomar esa decisión. Pero gracias a eso, creo que he podido cerrar el paréntesis.

El mes pasado retomé "La emperatriz de los insectos", y la terminé.

Y este mes he terminado "Zipo y el hipopoótamo mecánico".

Zipo es una novela muy motivada por mi veneración hacia ese genio que es Roald Dahl. El resultado final es demasiado oscuro y demasiado drástico. Sería una ofensa compararlo con las heces del autor de Matilda, pero no deja de parecerme mágico el hecho de que, sin yo pretenderlo, escribiera los tres últimos capítulos de la novela precisamente el día del cumpleaños de Roald Dahl.

No voy a entrar en si me gusta o no el resultado final de estas dos novelas. (esa cuestión abre la puerta a tantas reflexiones que habría que dedicarle al tema un post entero). Lo único relevante (dentro del mensaje que intento transmitir en este despropósito de post) es que he terminado esas dos putas novelas. He cerrado el paréntesis. Me he comido el maldito kit kat. Ya no me ampara la seguridad del paréntesis de los cojones.

Ahora la vida me obliga a maniobrar. Tengo que mover esas novelas. Tengo que aterrizar en el mundo real y buscar algún curro de guionista que me proporcione ingresos (porque mis novelas no tienen pinta de convertirme en un escritor millonario de la noche a la mañana). Tengo que buscar una manera de poder volver a Madrid...

Roald Dahl no tenía que enfrentarse a esta clase de mierdas. Él sólo tuvo que arriesgar su vida siendo piloto en la Segunda Guerra Mundial.

5 comentarios:

Tay dijo...

Caramba llevo demasiado tiempo leyendo desde GoogleReader... porque este fondo se ha puesto muy negro de repente.

Los Kit Kats están buenos, pero se fabrican con aceites vegetales de Indonesia, destruyendo los bosques de los orangutanes, lo cual es una alegoría clarísima de que las dos novelas tienen muy buena pinta. :D

(Quizás no sea tan clara, pero que tienen buena pinta es verdad)

Un saludo

César del Álamo dijo...

Tengo la sensación de haber salido de mi parétesis últimamente... Pero, aunque es satisfactorio, no me da de comer (aún).

Te propongo que te vengas pa'ca y que busquemos curro juntos: tratemos de colocar algún proyecto en una productora para que tú lo escribas y yo lo dirija ;)

Juanjo Ramírez dijo...

Tay: Es que el otro día hice un despropósito sin querer, intentando cambiar de plantilla para que no se mutile tanto el formato de los vídeos de youtube. Con respecto a los kit kat, sólo se me ocurre pensar que los orangutanes son malvados y están tramando algo. Porque una gente tan buena y filantrópica como la gente de kit kat no destruiría a orangutanes bienintencionados. Saludos!

César: Por mí guay! Ahora sólo queda... tener un proyecto :P Te emailearé al respecto! ;P

Cata dijo...

A mi me da un poco de pena que ahora me toques maaaaaaaaaaaaaas lejos.... y estoy segura de que el kitkat fue para bien... y ahora, a moverte mucho y a hacer cosas chulas (como las que tu haces!!!) y darnos a los demás el placer de disfrutarlas!!!!

pd- Cuando Cesar y tu seais reconocidos me invitareis a los estrenos???? porfavorporfavorporfavor!!!!

Juanjo Ramírez dijo...

Por supuesto! Y te sentaremos al lado de Hugo Silva.