Hoy toca refrito.
Limpiando mi disco duro me he topado con una gamberrada que publiqué hace unos años, en mi primer blog, el antiguo demasiado violeta.
Lo he releído con una nostalgia curiosa, porque era nostalgia al leer algo que ya en su día había sido escrito con nostalgia. Muñecas rusas de nostalgia, o algo así.
Me ha apetecido volver a publicarlo aquí. Aunque sólo interesará a la mitad de los que pasen por aquí, o ni eso. Porque algunos ya lo habréis leído, y a otros no os hará ninguna gracias, porque para entender de lo que habla el post hay que conocer un poco los entresijos del Super Mario World de Super Nintendo.
A pesar de todo ello, aquí llega la reposición de:
RÉQUIEM POR UN SAURIO
Puta.
Mis amigos intentaron advertirme, pero el amor es ciego, y sordo, y gilipollas...
Puta.
Dicen que a las personas se las conoce en la mesa y en el juego. Pues va a ser cierto... Debí suponer lo puta que eras cuando te follé encima de aquella mesa... pero la venda no cayó de mis ojos hasta llegar al JUEGO.
Nunca podré olvidar esa maldita noche. La casa sola, abierta para nosotros dos. El clipper de fresa meciéndose en los vasos... el platito de plástico con los gusanitos de color naranja radiactivo... ésos que siempre he odiado, pero que me comí cual redomado imbécil para verte contenta.
Mi super-nintendo aguardándonos a pocos metros de la tele, envejecida, sucia, desconchada. Una reliquia de las guerras pasadas. 16 bits aún perfumados de adolescencia ingenua.
Era especial para mí. Quería compartirlo contigo.
Puta.
Algunos compran un anillo y lo encajan en el dedo de su amada. Yo cogí el cartucho de mi videojuego favorito. Supermario World... y lo encajé en la ranura de la máquina.
¡CLACK!
El cartucho encajó... Y mi oído experimentado ya sabía que algo no iba bien. No era el clack de siempre. No era el clack de “gracias por meterme este juegazo, vamos a divertirnos”. Era un clack de dolor, de sufrimiento. Un fúnebre presagio, un triste trailer del horrendo espectáculo que estaba a punto de presenciar.
Encendí, sintonicé, regocijéme todo... Desenrollé los cables de los mandos con una paciencia casi ritual, como de mística ceremonia de té...
El logo de nintendo nos saludó, inocente... ignorante... como un troyano ingenuo abriendo su cancela para dejar pasar a ese lindo caballito de madera. Porque mira que eras linda...
Puta.
Empezó a resonar la musiquilla de Koji Kondo. Evocación, nostalgia... Casi me llevé la mano a la barbilla pa comprobar si tenía acné.
Te estaba dejando entrar en mi pasado. En la época más incierta, más vulnerable de mi vida... Me estaba abriendo ante ti de par en par, como una ostra... El chip super FX era mi maldita perla.
Puta.
Mis amigos tenían razón. Tú no eras trigo limpio... Eras barro, lodo, cieno... un magma putrefacto...
Puta.
Pero te amaba. Quería compartir contigo mis secretos.
Puta.
Le di al start. Te lo expliqué todito. El verde y el azul para correr. El amarillo salta. El rojo te convierte en un taladro... Te enseñé los secretos de la pluma. Te regalé una flor. Una flor que abrasaba, y lo convertía todo en fuego... porque antaño la planté en mi corazón. Pero contigo el fuego de mi amor es tan inútil como el fuego de esa flor en las casas fantasma.
Y te enseñé los senderos escondidos tras cada punto rojo, el barco hundido, el mundo estrella... Y fíjate si te consideraba especial... hasta qué punto creía que eras la mujer de mi vida... que crucé contigo en brazos el umbral del Special world. ¡Con lo que nos había costado descubrirlo a mí y a mis colegas de instituto!
Puta.
Nos demoramos en ese mapa oscuro. Las estrellas de los mundos descubiertos brillaban entre la fatalidad del fondo negro. La música era monótona, repetitiva, machacona... Tú querías salir. Te habías hartado de aquel solar desangelado. Pero yo te hice esperar. Te dije: “Ten paciencia”. Y entonces comenzó a sonar el tema principal de Super Mario BROS. El tema original. Allí escondido para los más devotos. Para los que supieron esperar el tiempo suficiente...
Y a oscuras, en el Especial World, con esa música sonando tras nosotros, como un coro de mariachis, te declaré mi amor.
Tú parecías aturdida, impresionada. Ésa fue al menos la impresión que me llevé. ¡Ciego de mí! En realidad estabas poniéndome expresión de póker, porque no comprendías nada.
Puta.
Te enseñé a jugar.
Te llevé a las primeras fases, porque eran muy sencillas. Te volví a explicar los malditos botones, con una paciencia sobrehumana. Rodeaba tus hombros con mis brazos para llegar al mando. Tu pelo me rozaba las mejillas. Tu perfume me embriagaba, me cegaba, me erectaba, me aturdía, me ponía...
... palote...
Puta.
Te dejé entrar en la primera fase. Ésa con el fondo tan verde, y el camino tan recto. ¿Por qué no serán igual de rectas las sendas del amor?
Puta.
La musiquilla comenzó a sonar: Naaaa, naaa, na na na naaaa, na naa, na naaaa, naaa naaaa, naaaaaaaaaa...
No fuiste capaz de matar a toda la hilera de tortugas con el caparazón. Pero yo lo entendí. Soy comprensivo. Casi nadie lo consigue la primera vez.
Te animé. Te arropé. Te aconsejé.
Te estreché entre mis brazos cuando llegó aquella enorme bala de cañón. Te susurré que no tuvieras miedo, que te agachases, que no corrías peligro... Que más adelante aprenderías a saltar encima de esa bala, a doblegarla... A machacarla y a pisarla con ese tacón de aguja que siempre llevas para parecer más alta, aunque tan sólo logres parecer más...
Puta.
Poco a poco adquiriste soltura. Tus saltos se tiñeron de armonía. Saltabas con una gracia encantadora de una a otra plataforma, como sin duda habías saltado de hombre en hombre hasta llegara a mí. Y debí haber sospechado de qué pasta ibas hecha cuando te dio por taladrar las plataformas con el botón rojo.
El puto botón rojo... el botón de la fatalidad, que algún día apretará algún presidente de los USA para mandarnos a tomar por culo. Tú podrías enseñarle bien cómo se usa...
(Escribe aquí tu verdadero nombre)
También tenía que haberme resultado sospechoso ese afán tuyo por recolectar las moneditas. ¡Ah, jodida zorra avariciosa! No dejabas ni una para las tortuguitas pobres, que sin duda tienen familias que alimentar. Pero no... Tú solo tienes dos agujeros en el cuerpo. Uno para tragar monedas. Otro para tragar pollas...
Pero yo sólo pensaba en lo orgulloso que estaba de ti. Casi lloré cuando derribaste el primer castillo tú solita. No sólo habías conquistado mi corazón, y mis hormonas... También habías conquistado Yoshi`s Island.
¿Yoshi? ¿He mencionado a Yoshi? Con eso empezó todo. Cuando encontraste a Yoshi...
Le diste un cabezazo a una interrogación. Todos lo hacemos a menudo. Nos damos de cabeza, una y otra vez, contra los bloques de la duda, y no obtenemos nada... Pero las zorras como tú siempre lo obtienen todo, y de aquella interrogación, cual Venus de Milo, emergió Yoshi.
El entrañable dinosaurio verde con el que corrí tantísimas aventuras de pequeño. Mi amigo, casi hermano, fiel montura... Mi Suit, mi Rocinante, mi Babieca... Me he recorrido todo el mapa del Mario subido en ese sillín marrón.
Cuando le vi reaparecer en la pantalla, después de tantos años, mi corazón empezó a dar más volteretas que Mel Gibson en los tiroteos de Arma Letal. Pero tú te limitaste a decir: “Hay, ¡qué lindo! Se parece a la mascota de Hiperdino!” .
Puta.
Cabalgaste al pobre Yoshi. Saltaste sobre él con una insensibilidad cruel. El dinosaurio chilló de dolor cuando aterrizaste encima de su lomo.
No había más que verlo para advertir que caminaba esclavizado, doblegado, humillado... Saltaba con tristeza, porque no percibía cariño en su jinete. Para ti no era un compañero. Para ti sólo era un medio, una herramienta. No eras capaz de percibir los latidos de su corazoncito.
Tal vez recuerdes que mi mano se crispó sobre tu hombro, y me separé algunos centímetros de ti. O tal vez no notaste eso ni nada. Porque no tienes empatía, cacho puta. Si no eres capaz de percibir la humanidad de Yoshi, ¿cómo ibas a advertir un movimiento de un centímetro?
Y entonces llegó el momento.
Había que saltar un precipicio. Tomaste carrerilla. Mediste mal tus fuerzas. Y calculaste mal. Porque eras tonta... ¡tonta! El dinosaurio y tú volabais por el aire, pasando por encima de tortugas aladas, cual prota de un anuncio de compresas.
En el otro extremo, la tierra firme se acercaba, pero no lo suficiente. El movimiento parabólico no daba más de sí. Empezabais a bajar. El Destino os condenaba a una caída mortal, inevitable...
Y entonces, desalmada, hiciste algo rastrero. ¡Sacrificaste a Yoshi! Apoyaste en el sillín tus piernas y usaste al pobre dino como trampolín para saltar, para apoyarte en él... para tomar impulso... Conseguiste llegar al otro extremo, y mientras Yoshi se precipitaba hacia el abismo, sin compañía ninguna, tú te regodeabas de tu éxito.
Puta.
Así medran los cerdos en la bolsa de Wall Street. Pisoteando a otros para llegar a la cima.
Puta, puta, puta, puta, puta...
Lo hiciste con el puto botón rojo. ¡Maldito el botón rojo!
Y maldito sea tu dedo. Puta, reputa, más que puta...
Me separé de ti, como si hubiese recibido una descarga eléctrica.
Corrí hacia el televisor, a cámara lenta, gritando:
- ¡¡¡¡¡Yooooooshiiiiiiiiiiiiii!!!!!
Pero llegué tarde. Mi cabeza chocó contra la pantalla, como choca la del fontanero Mario contra las interrogaciones. Pero tú no reapareciste al colisionar con ese bloque frío... Y asomando mis ojos humedecidos entre los bordes de la tele, casi te pude ver cayendo por el acantilado, oh, Yoshi, mi fiel saurio. Casi te pude ver... Sacando tu larga lengua de camaleón e intentando aferrarte con ella a algún saliente para salvar tu vida.
Pero nunca hay salientes en los precipicios de Nintendo. Sólo paredes lisas de cuadraditos marrones, cual camisas de Nerds.
Pobre Yoshi... Se grabó en mis retinas tu imagen cayendo. Tu expresión de horror mientras te alejabas hacia abajo, avocado a disolverte en una tormenta de bits.
Entonces, maldita puta, me di cuenta de que quería más a ese dinosaurio que a ti. Y no lo habría cambiado por esos labios tuyos que sólo sabían besar y mentir (las dos cosas a un tiempo), por esos senos que ojalá no te sirvan de airbag cuando sufras y agonices en ese accidente en cadena que mereces.
Tú intentaste redimirte. Te obligué a peregrinar por el mundo estrella, salvando a dinosaurios de todos los colores. Pero sacrificaste el amarillo para coger el rojo... Dejaste caer el rojo para montar el azul...
Jodida puta, puta, puta, puta, puta...
Te eché de mi casa a patadas. Cambio de planes. Misión abortada. Mi intención en un principio era follarte después del Super Mario. Varias veces. Y luego enseñarte mi Legend of Zelda, el otro niño de mis ojos... Pero cuando vi lo que hiciste con Yoshi, tuve claro que si te dejaba suelta en Hyrule empezarías a patear gallinas.
Puta.
Yoshi... Donde quiera que estés, te dedico este réquiem... Espero que en el paraíso de los dinosaurios de 16 bits también puedas comer tomatitos de los arbustos.
Compañeros del Clan. Rezad por Yoshi, y esquivad a las putas.
8 comentarios:
Jo, no sabía que se pudiera hacer algo tan siniestro con un juego tan entrañable...
Bufffffff...
Qué duro.
Hay partes verdaderamente preciosas, como cuando comparas algunos aspectos del juego con otros de la vida real (lo de la flor de fuego, lo de romper interrogantes con la cabeza, etc.).
Fui adicto (adicto de verdad, no es una exageración) a los juegos de Super Mario y jamás pensé que una aventura de videoconsola pudiera dar para tanto. La película que hicieron sobre Mario fue un desastre, pero tu relato está a la altura de lo que Mario y compañía merecen. Buen homenaje, sí señor.
Y duro... (¿Ya lo había dicho?). Muy duro. Pobre Yoshi... Casi lloro al leer cómo caía...
http://elrinconcito.net/Imagenes/Aplausos/GIF027.gif
eso me ha recordado un video...
http://www.youtube.com/watch?v=r86NLwCYXfk
Gran relato, muy original e inspirado, y además te ríes un rato!
Kike: Que no sepas eso precisamente tú...
Rubentxo: El caso es que en el fondo todos hemos sacrificado a Yoshi de esa manera, más de una vez...
Jack: Acojonante el vídeo que enlazas. Es una auténtica metáfora de la vida, y de una heroica actitud vital!
Menuda mezcla de cosas he sentido mientras lo leía, cercanía alejamiento...
En fín, me he visto identificadísimo con muchas cosas aunque la "moraleja" si es que tan sucia cosa hay no me ha quedado clara. En cualquier caso me ha encantado como está escrita y me ha resultado escalofriante lo acertado de las metáforas con cada elemento del mario world, uno de los mejores videojuegos de la historia.
Si ubiera estado ahí en medio si que la mandaba a tomar por poyas a esa puta huja de la gran puta... Desde que conocí a Yoshi no hay quien me lo quite de la cabeza, y además, cada vez que miro el portátil solo busco cosas de Yoshi
Te juro que si lo viera me daría un trauma
Ánimo, Anónimo!
Ya sabes: Cada vez que conozcas a una chica y quieras saber si es la mujer de tu vida, ponla a jugar con Mario, Luigi y Yoshi ;)
Pues a mí me parece que está muy bien elogiar a Yoshi y criticar el hecho de sacrificarlo pero me parece completamente innecesario que para ello se insulte de esa manera a nadie. No sé, no deja chirriarme algo por dentro. No puedo evitarlo.
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