sábado, 19 de mayo de 2012

LA JOVEN DEL AGUA: LOS HOMBRES HAN DEJADO DE ESCUCHAR.


Hace algunas semanas escribí un post sobre Bitelchús y en dicho post comentaba que algún día escribiría en este blog sobre La Joven del Agua de Shyamalan.

Hoy, una lectora me ha recordado esa "promesa" y me ha parecido una hermosa oportunidad para volver a actualizar este rincón.

Soy una de las poquísimas personas que idolatran LA JOVEN DEL AGUA.

No me parece la mejor película de Shyamalan, ni la más relevante. Pero es quizá una de las más MÁGICAS. Así, con mayúsculas.



Yo diría que es una peli que puede disfrutarse a dos niveles:

1- Un nivel puramente infantil.


2- Un nivel puramente analítico y metalingüístico.

Recordemos que lo que hizo Shyamalan con esta obra fue reciclar un cuento infantil que él improvisaba sobre la marcha para entretener a sus hijas y... darle forma de peli. En ese sentido, la génesis de La Joven del Agua es muy similar a la de Alicia en el País de las Maravillas de Lewis Carrol.

Un poso de surrealismo naif, una invitación a dejar nuestro raciocinio fuera de la sala y disfrutar como lo harían los niños, o los fieles de cualquier religión: Sin hacer preguntas, sin cuestionar nada, sin prestar demasiada atención a la coherencia. ¿Acaso exigimos coherencia cuando soñamos?

Esa manera tan virgen e inocente de concebir una historia es la tesis en la que se centra La Joven del Agua, si abordamos su discurso de esa segunda manera que mencionaba más arriba: A un nivel analítico/metalingüístico.

En ese sentido, la simbología de La Joven del Agua es muy clarita. La trama de la peli, traducida a "discurso de tesis", podría resumirse así (ALERTA: SPOILERS):

Una criatura llamada Story (Historia) llega a nuestro mundo desde el reino de lo profundo, con la misión de inspirar a un hombre (que resulta ser el propio Shyamalan) para que escriba una obra. Pero de repente suceden imprevistos, y a causa de ellos Story (la Historia) corre peligro de muerte. ¡Hay que salvar una historia! Para intentar salvarla, los protagonistas - el propio Shyamalan entre ellos - intentan seguir las pautas - lógicas y racionales - que les sugiere un crítico de cine (el personaje de Bob Balaban). 


 Todos tienen fe ciega en dichas pautas, porque vienen impuestas por un experto que parece saber de lo que habla... Pero el crítico de cine estaba equivocado. Lo que parecía lógico y coherente resulta ser falso. ¡Todo sale mal! Entonces los protagonistas, desengañados, dejan de escuchar al crítico y escuchan la opinión de UN NIÑO. El niño les sugiere indicaciones totalmente distintas para salvar la "historia": Indicaciones caprichosas, absurdas, sin justificación aparente... pero que resultan ser las adecuadas. Los protagonistas salvan "la historia" obedeciendo las intuiciones de un niño.


De esta manera, La Joven del Agua se convierte en una obra blindada, inmune a cualquier tipo de crítica. Porque su propia tesis consiste en desarticular cualquier intento de crítica racional u "ortodoxa". La peli desarma de manera fulminante cualquier argumento lógico con el que intentemos atacarla.

Es como si la propia obra nos dijese: "Esto es un cuento infantil. Te puede gustar. Te puede no gustar. Puede que lo odies. Puede que lo ames. Pero las consideraciones racionales no tienen nada que ver con ello. Ésta no es su jurisdicción. Si quieres entrar en mí, hazlo descalzo. Deja los zapatos junto al tatami."

De hecho, hay una secuencia en la película que podría entenderse como crisol en el que confluyen ambas maneras de disfrutar la peli: la del cuento infantil y la del metalenguaje. Me refiero al momento en el que el personaje protagonista (interpretado por Paul Giamatti) necesita saber más sobre el mundo mitológico con el que tiene que lidiar. Al principio, la mujer oriental que posee esos conocimientos se muestra reacia a compartirlos con el prota, porque según ella, dichos conocimientos sólo pueden ser revelados a alguien que todavía tenga actitud infantil, alma de niño.

La señora oriental obliga a Paul Giamatti a acurrucarse en el sofá, chuparse el dedo, beber leche derramándosela por las comisuras. Sólo cuando ella cree que el prota es "suficientemente niño", le permite entrar en la historia.

Y el propio Shyamalan nos pide exactamente lo mismo cuando entramos en su peli. Y quizá sea algo que nos deberían pedir a todos más a menudo o algo que todos deberíamos exigirnos a nosotros mismos de vez en cuando, así, en general.

5 comentarios:

Álvaro Sánchez dijo...

Muy buen analisis. A mi esta peli no me pidió permiso para entrarme.

EMF dijo...

Aquí otro fan de la peli. Incluso tuve el póster colgado varios años en mi anterior piso.

Moniruki dijo...

Me alegro de ver que hay a más gente a la que le encanta esta peli. Ya no me siento tan rara.

Juanjo Ramírez dijo...

Así me gusta, que me hagáis sentir acompañado! Gracias!

Anónimo dijo...

Es una gran historia iniciática y no es accesible a todos los públicos y ya sabemos lo atrevida que es la ignorancia