jueves, 27 de enero de 2011

NIRVANAH MONTANAH




Mañana tendré que salir de casa by the morning, así que aquí os dejo el concepto absurdo de hoy, antes de que amanezca.

Trata de meditación trascendental: Eso que hacen los budistas, los taoístas y cualquier otra cosa que termine en "istas", incluídos los dentistas, los floristas y... los guionistas.

La gente que practica la meditación trascendental aspira a alcanzar el estado del budha. Lograr una armonía absoluta con el Cosmos. Convertirse en "iluminados". En peña cuyo "YO" se diluye cual cubito de hielo en la totalidad. Gente que, de repente, se transforma en el mejor ejemplo del amor incondicional, del desapego más ligero, de la impersonalidad más sobrecogedora.

En eso consiste alcanzar el puto Nirvana. Convertirse en un canal, una autopista hueca, un transistor que retransmite los balbuceos de Dios sin rechistar.

El concepto que os propongo hoy me vino a la mente hace unos cuantos años, y desde entonces se ha convertido en un visitante recurrente:

Una competición de monjes tibetanos para ver cuál de ellos alcanza antes ese nirvana, ese estado de gracia.

Imaginároslos a todos sentados en círculo, en posición de loto, con los dedos entrelazados en un mudra imposible, con sus túnicas naranjas de los cojones.

Y un monje que da el pistoletazo de salida con un "OOOOOMMMMMM".

Y los contrincantes cerrando los ojos, y esforzándose por alcanzar la iluminación antes que los demás, muy competitivos ellos, tensando los músculos del cuello, sudor en la sién, forzando la maquinaria como Stallone en los entrenamientos de Rocky IV, con la cabeza a mil revoluciones por segundo: "¡Vamos, coño, ilumínate de una puta vez, eres el mejor, eres el puto amo, destroza a esos maricones!!! ¡¡¡El puto nirvana es tuyo!!!" "¡Voy a llegar al nirvana antes que tú, cabrón de mierda!" "¡Soy el mejor! ¡Soy el puto mejor! ¡Me voy a convertir en un budha de la hostia y me voy a mear en vuestra puta cara!"

Pura incongruencia. Llegar a la humildad absoluta, a la más pura ausencia de EGO a través de la soberbia más insana.

La poesía de que lo que te impulse a alcanzar la santidad sea el impuro deseo de GANAR, de alcanzar la gloria y regodearte en la puta cara de los otros monjes que compiten contigo en esa carrera hacia la putísima pureza.

Y la impotencia de que, por definición, dicho regodeo sea imposible. Porque si de verdad alcanzas la iluminación a través de esa gymcana de meditación trascendental, te conviertes en un ser puro, un portavoz de Dios ajeno a los conceptos de "ganar" y de "perder".

Tu lucha es inútil, hijo de puta. Porque si no consigues ganar esta carrera, no podrás restregarlo en la cara de nadie. Y si lo consigues, no te apetecerá regodearte. La competición habrá carecido de sentido. Porque eres un puto budha incapaz de alegrarte de cualquier triunfo.

Es como ese famoso dilema de Claudia Schiffer diciéndote: "Puedes acostarte conmigo, pero luego no podrás contárselo a nadie".

1 comentario:

Anónimo dijo...

no deberias de decir tanto la palabra puto ni insultar a budha diciendo puto budha, ya que yo al ser budista me duele que me insulten y una aclaracion, budha no es un dios, budha era un principe.