viernes, 16 de abril de 2010

ME ESTOY HACIENDO MURTAUGH



"Soy demasiado viejo para esta mierda."

Célebre frase de Danny Glover en Arma Letal, "recientemente" homenajeada en esa pedazo de sitcom que es "Cómo conocí a vuestra madre".

No encuentro una manera mejor de expresar esa sensación que me gobierna últimamente: Emitiendo en riguroso directo desde el tuétano de mis mismísimos huesos.

Esta semana confluyen en la cartelera dos de mis mitos más venerados y arraigados: Tim Burton y Lewis Carroll.

Se trata de una combinación que debería ponérmela dura y abrir de par en par las caja fuerte que custodia mis orgasmos.

Y sin embargo, el sentimiento dominante que me ha acuciado desde que oí hablar de ese proyecto es... la pereza. Muchíiisima pereza.

Ya quedaron atrás aquellos tiempos en que me desmayaba de emoción cada vez que Tim Burton anunciaba un nuevo proyecto.

¡¿Qué cojones estás haciendo, Tim Burton?! ¿¡Qué tenemos que hacer tus (in)condicionales para que vuelvas a volcarte en algo que no sea remake de ninguna otra cosa!? ¿Dónde hay que firmar para que hagas otro Bitelchús u otro Eduardo Manostijeras u otro Ed Wood u otro Big Fish?

Últimamente tengo la sensación de que "alguien que me odia" le ha dado a Tim Burton una lista de mis escritores favoritos y le ha animado a hacer "remakes" para joderme la vida. Primero Roald Dahl, ahora Lewis Carroll. ¿Cuál será el próximo? ¿Allan Poe? ¿William Goldman? ¿Espronceda? ¿Ray Bradbury?

El caso es que (regresando al meollo del asunto) llevo varios meses sintiendo una mezcla de curiosidad y miedo cada vez que oigo algo sobre el Alicia de Burton. Y conforme llegaba la fecha del estreno, el miedo y la curiosidad se aglutinaban en un solo sentimiento. Y ese sentimiento era... PEREZA.

Y os aseguro que es muy jodido (y te hace plantear muchas cosas) eso de que te dé pereza una película que unifica la visión de dos de los artistas que más han condicionado tu formación como "tipejo que se dedica a esto".

No me malinterpretéis. No he dado la espalda a las fronteras del país de Nunca Jamás. Dichas fronteras no combinen con mis gafas de pasta, ni con mi jersey de cuello alto. El imbécil que soy últimamente llegó al orgasmo con la última delicia kafkiana de Polanski y se relame mientras busca la manera de poder disfrutar de la última gamberrada de Luc Besson.

Y es ese mismo imbécil el que bajó hoy hasta el centro de su ciudad y pagó una entrada para ver el "Alicia en el País de las Maravillas" de Tim Burton.

Me daba pereza. Bastante pereza. Pero era mi deber. Era Tim. Era Lewis.

El caso es que compré la entrada con una hora de antelación. Y llevaba en mi bolsillo ese e-book que compré recientemente. Y en ese e-book tenía como lectura "predilecta" El Cartero de Bukowkski. Pero Bukowsky me estaba estimulando tan poquísimamente poco como estimularía al Doctor Xavier resolver el jeroglífico del Diario Vasco. Así que mientras esperaba a que llegase la hora de mi sesión de cine me entretuve con otro de los tesoros de mi e-book:

Alicia. La novela original. Uno de mis cuentos favoritos. Ése que compré en su día en edición de lujo. Ése que, aun teniendo la edición de lujo, compré en edición de bolsillo para poder transportarlo de aquí para allá en todos mis viajes, como la caja que transporta al cadáver somnoliento del conde Drácula de TRansilvania a Lodres y de Carfax a los Cárpatos. Alicia... Ese libro que introduje en mi e-book antes que casi cualquier otro (porque llevar Alicia en mi bolsillo es incluso más prioritario que llevar condones)

El caso es que mientras esperaba el inicio de mi sesión de cine de hoy, encendí el e-book y me puse a leer tres o cuatro capítulos de Alicia. Y entonces recordé por qué me entusiasmaba tanto ese relato. Y disfruté como un enano. Y me dejé embriagar por tanto surrealismo, y por tanto entresijo filosófico, y tanta letra sádica y pedófila.

Y mis expectativas se encendieron, y deseé fevientemente experimentar en tres dimensiones todo el jugo que mi adorado Tim Burton podría sacarle a aquella historia.

Pero entonces entré en la sala 7, y me senté en la fila siete, y ocupé el asiento dos, y me puse aquellas gafas tan extrañas, y... buuuffff!!!

Pega número 1: El 3 D no funcionaba. No sé si se debía a estos cines, o a la fila en la que me había sentado, o a los renglones torcidos del cabrón de Dios. El caso es que la sensación de tres dimensiones era muy decepcionante. Y yo tenía con qué comparar (como cuando estás seguro de que un polvo ha sido flojo porque en otras ocasiones has follado con mujeres más capacitadas) ya que cuando fui a ver Avatar y me pusieron el trailer de Alicia... os aseguro que el 3D de Alicia de aquel trailer funcionaba incluso mejor que el de Avatar.

¡Pero tampoco se hundía el mundo! Aunque la sensación de 3D no fuese reseñable, las imágenes se podían ver sin demasiada molestia (exceptuando el hecho de que tenías apretujándote la nariz unas gafas baratuchas que en realidad si siquiera se te antojaban necesarias)

El caso es que... empieza la peli. Aparece Alicia y se te antoja muy follable. ¿Es un buen indicio? A Lewis Carroll también se le antojaba muy follable la prota del cuento, con la diferencia de que la Alicia que le quitaba el sueño a Carroll aparentaba 10 años, y la de la peli aparenta 20.

Intentas interaccionar con la peli. Aún no llega a la pantalla nada que haya salido de la imaginería de Lewis Carroll. Los primeros 15 minutos de peli son un prólogo. Un felpudo para sacudirse los pies, en el que empiezan a percibirse las costuras. El espectador que haya leído previamente la novela llega a la conclusión de que a ese prólogo se le ve el plumero. Es un intento por parte del guionista y/o director de introducir en esos primeros minutos de "mundo real" todos los elementos con los que nuestra Alicia va a interaccionar en el mundo de las maravillas. ¡Trampa! ¡Truco sucio! ¡Basura! ¡Eau de telefilme del Disney Channel!

Y a continuación... esos putos diálogos que intentan hacernos creer que Alicia es una niña súper inocente y súper outsider, a pesar de tener suficiente volumen tetil para hacer una cubana... y más pelos en el coño que Ruth Gabriel en Días Contados.

Los diálogos "súper intensos" y "súper imaginativos" de Alicia no se diferencian demasiado de esos aforismos escritos con tiza que podemos encontrar en las paredes de los baños de los garitos más (@#∞!!¬) de Mañasaña. La clase de gilipolleces con las que nos dan la brasas ciertas tías mientras nosotros asentimos y sonreímos... no porque nos interese lo que dicen, sino por el simple hecho de que nos gustaría follárnoslas.

Así son los primeros 10 ó 15 minutos de Alicia. Tan auténticos como una manifa anti-globalización patrocinada por Natura. Y entonces aparece el conejo blanco, tan predecible e infográfico... y llegas a la conclusión de que estás perdiendo el tiempo en esa sala de cine, de que ahí fuera hay un mundo con un sol que brilla, una gigantesca bola de helio que tiñe los árboles de verde... y un centenar de barras de bar con cañeros provistos de palancas de las que solamente hay que tirar para obtener CERVEZA.

En otras palabras: ¡Que me salí del cine a los 15 minutos! ¡Que Alicia no consiguió retenerme en la butaca!

Esto es un mensaje para los dos ó tres que me reprochan cada vez que me salgo de una sesión de cine: ¡Que os den por culo! ¡Es mi dinero y puedo malgastarlo como quiera! Dicho esto, entenderé a la perfección (y por las mismas razones que acabo de esgrimir) que dejéis de leer esta entrada en este mismísimo momento.

Pero os juro que no abandoné el visionado de Alicia por una cuestión de arrogancia, ni por una cuestión de prepotencia.

Lo abandoné por miedo.

Os aseguro que cuando vi aquel primer cuarto de hora en el que ni siquiera me habían introducido en el mundo de Carroll... sentí auténtico PAVOR. Una parte de mí decidió que tenía que marcharse de aquella sala en defensa propia, porque estaba a punto de presenciar algo terrible.

Os recuerdo que estaba enfrentándome a dos de mis referentes más poderosos: Tim Burton y Lewis Carroll. Lo que ocurrió en aquellos primeros 15 minutos de peli fue algo equivalente a abrir una puerta por accidente y sorprender a mi padre sodomizando a mi madre en contra de su voluntad.

Me largué del cine justo en el momento en que vislumbré al conejo blanco.

Me estoy haciendo viejo. Soy el puto Murtaugh. Tengo poco más de 30 años y reacciono como si tuviese poco más de 80.

Y lo peor de todo es que estoy elaborando un guión sobre treintañeros que no aceptan el hecho de que tienen más de treinta... ¿cómo me va a afectar, al mismo tiempo, asumir que tengo algo menos de setenta?


Por cierto: Sí. Lo habéis adivinado. He intentado hacer el post sobre Alicia en el País de las Maravillas en el que aparezca más veces la palabra "follar" en todas su declinaciones. Creo que es lo que Lewis habría deseado.

9 comentarios:

César del Álamo dijo...

No voy a decir nada, porque, por un lado, "me lo veía venir" y, por otro, ya me has mandado a tomar por culo... Aunque he de añadir que no es cuestión de dinero: si te metes en el cine a ver una peli, LA VES HASTA EL FINAL Y PUNTO (nunca se sabe en qué momento la peli puede cambiar para bien... aunque me temo que "Alicia" no es de las que cambian para bien).

Si no estás seguro, pues no se va, o te la descargas de internet.

César del Álamo dijo...

Me gustaría añadir que el hecho de que te sientas estafado por Tim Burton y tengas que huir de la sala a la mitad de la peli no tiene nada que ver con que tú te hagaqs viejo, a lo mejor tiene que ver con que Tim Burton se está haciendo viejo y vago.

Juanjo Ramírez dijo...

No pienso discutir contigo sobre la legitimidad de salirse o no de una sala de cine. En ese sentido eres talibán islámico ;P

Con respecto a la peli, te aseguro que puede ser más problema mío que de Burton. Seguro que habrá un montón de gente que considere la peli adecuada. Además, no creo que se diferencia demasiado, en esencia, de lo que hacía Corman con las obras de Poe. Y ésas sí que las disfruto!

Kike dijo...

Yo estoy con César en ese asunto.

Aunque debo decir que, hasta ese momento, el post era bastante interesante. Sobre todo por que comparto enteramente tu admiración por Burton y Carroll y ese espantoso sentimiento de PEREZAAAAAA que me da esta peli.

Iré la semana que viene. Y aunque la odie te aseguro que no abandonaré la sala. Ni en caso de incendio.

Juanjo Ramírez dijo...

Como le dije a César, no voy a discutir sobre ese punto de salirse o no del cine. Las discusiones sobre religión rara vez conducen a algo ;P

A lo mejor resulta que a ti sí que te gusta. Esas cosas son impredecibles, e incluso varían según nuestros biorritmos y nuestros síndromes premenstruales :P

Tay dijo...

Una pena, no la he visto aun, pero tampoco tengo gran esperanza en ella. Tampoco por las 3d, que me parecen una nueva forma de tirar el dinero, al menos hasta que se aplique a videojuegos... cuando tengamos dos formas nuevas de tirar el dinero :D

Un saludo!

rafa aw dijo...

jajajajaja... ya sé cual es el próximo proyecto de Tim: "La Princesa Prometida 2: Regreso a Florín" ¡Y en 3 D por supuesto!. Después creo que quiere hacer algo sobre un tal Jack Burton.

Te comprendo Juanjo; a mí me da miedo el "Tintin" de Spielberg porque es juntar dos iconos de la infancia en uno y nunca se sabe lo que puede pasar. Es como si Hithcock y Welles hubiesen hecho una peli. O Jan y Edgar P. Jacobs un comic.

La veré esta semana, pero me temo que me producirá la misma sensación que los últimos Burtons: la misma que si proyectasen un episodio de los Teletubbies.

Rubentxo dijo...

La leche... A ver si sí que va a ser cosa de la edad...

Cuando me enteré de la noticia (allá por el pleistoceno superior, si es que existió tal época)de que Burton iba a rodar "Alicia", reconozco que se me pusieron los pelicos de la espalda como escarpias, y ese hormigueo que sentía por todo el cuerpo se parecía sobremanera a la excitación sexual. El proyecto "Alicia" era como una esas novias que se tienen desde hace poco tiempo, que son como nuevas, como recién estrenadas: sólo con pensar en ellas te empalmas y te mueres de ganas de pasar un rato a su lado, en la posición que sea.

Después los medios de información difundieron las primeras imágenes de la cinta y la relación que establecí con la peli pasó a formar parte de ese grupo clasificado "novias formales". Habían pasado unos meses y todo apuntaba a que la cosa iba en serio, que podía confiar en ella. Surgió el compromiso.

Se estrenó la película y me enteré de que no era una adtaptación de los libros de Carroll, de que el guión lo había escrito una de las autoras del Rey León y, para más inri, esposa en segundas nupcias del creador del programa televisivo de difusión internacional "Hombres, mujeres y viceversa"(este segundo dato, todavía por confirmar). Ella me había sido infiel. Ya no sabía si podía confiar en ella.

Por último, leí el argumento y también infinitas críticas en páginas como filmaffinity. La gente hablaba mal de ella a mis espaldas. Muchas personas incluso trataron de advertirme de su maldad. - Déjala por imposible -me recomendaban. - Ésa no te conviene - auguraban. - Búscate otra mejor - me alentaban los más bravíos. Había nacido el recelo, el rencor, la inseguridad.

Ahora estoy cagado. Tengo un miedo atroz. Debo enfrentarme a la situación. No me gusta huir de los problemas. El pánico no me deja dormir. Lo juro. Tengo pesadillas y paso el día cubierto del sudor frío que emana de mi terror.

¿Renegaré de ella? ¿La perdonaré? ¿Consentiré todos sus defectos sólo para tenerla junto a mí? ¿Pasaré por alto su comportamiento, su pasado, las circunstancias en las que se creó?

¿Ruptura o matrimonio? Qué incertidumbre...

Supongo que comprendes mi miedo. Tendré que verla. No hay más remedio.

Que dios, o en su defecto Billy Wilder, me ampare.

albynubio dijo...

Sólo quiero decirte que saliendo antes evitastes lo peor:

OJO SPOILER
http://www.youtube.com/watch?v=WDhFVZwfe3c