martes, 31 de julio de 2012

REVELACIONES QUE TE ATACAN CUANDO ESCRIBES UN LARGO


Estoy a punto de sumergirme en lo más peligroso del clímax de ese largo que estoy escribiendo para César del Álamo. Va a ser jodido. Tendré que lidiar con mucha mierda y encajar todos los tarugos de toda esa mierda como fichas de tetris.

Así que este post es como cuando John McClaine se sincera con Carl Winslow antes de tirarse al vacío desde la azotea de la torre Nakatomi agarrado a una manguera.

Escribir un largo durante demasiado tiempo te llena la cabeza de reflexiones, revelaciones, requetepollas... Y ahora mismo necesito un poco de espacio libre en mi cerebro, así que voy a vaciar toda esa mierda aquí, para que vosotros podáis degustarla o arrojarla al sumidero.

No habrá demasiado material inédito. La mayor parte de lo que voy a decir ya lo he experimentado escribiendo largos anteriores, o ya lo he mascullado en Twitter.

Pero me apetece hacer una lista - cutre e inconexa - de ideas que me han venido a la cabeza durante la escritura de este engendro:

A la mierda los manuales. Cada guión demanda su propio proceso de escritura. No todos quieren detonar en la misma página. No todos necesitan girar al mismo tiempo. Escribir es amar. ¿Vosotros hacéis el amor siguiendo un manual de instrucciones?

- ¿Qué haces? ¡Sigue lamiendo, Jimmy! ¡Aún no estoy lo suficientemente lubricada!

- Lo siento, Kimberly. El manual dice que hay que lamer durante ocho minutos y, acto seguido, pasar a la postura del misionero durante doscientos séis pollazos.

NO

Cada guión es distinto. Cada uno exige su propio procedimiento de escritura. Hay que escucharlos. Son como seres vivos. Respiran, palpitan, te susurran la forma que quieren adoptar.

Escribe sin pensar demasiado. Fóllate la escaleta. De pronto te das cuenta de que la historia se detona demasiado pronto y llega el primer punto de giro demasiado tarde y no hay un "midpoint" claro, sino varios candidatos, cada uno de ellos igual de potente que los otros, por méritos propios.

No pasa nada.

No estás criando a un señorito inglés. Estás criando a un niño guerrero de Angola. Cada ecosistema exige cualidades distintas a la criatura.

El proceso no es lineal. Escribir es volver una y otra vez sobre tus propios pasos. Los más sensatos repasan su escaleta tres veces por minuto, de manera enfermiza, hasta que la historia les encaja de manera impecable. Entonces se lanzan a escribir, siguiendo las indicaciones del GPS.

A mí eso me mata.

No soy capaz de disfrutar de la escritura cuando todo está excesivamente definido. Necesito un mínimo nivel de incertidumbre. Mi combustible es "no saber qué puedes encontrarte al doblar la próxima esquina".

Este guión está siendo demasiado complejo. Intervienen demasiados elementos. Incluso me he visto obligado a garrapatear una escaleta (cosa que nunca hago, a no ser que me lo exijan).

Creo que las mejores escaletas son las más endebles: las que puedes alterar sin ceremonias engorrosas, sin sentirte obligado a pedirles perdón.

Creo que una escaleta ha de ser como la lista de la compra. Un lugar donde poner todo lo que necesitas, aunque no estés obligado a echar dichas cosas al carro en el mismo orden en que las mencionas en la lista.

Obviamente, hay cosas que sólo funcionan si las dispones en el orden adecuado. Pero ésa es ya una cuestión de sentido común. Si necesitas un trozo de papel con frases numeradas para darte cuenta de eso, joder... cambia de oficio.

Este guión está siendo un ejemplo muy gráfico sobre cómo la trama te obliga a avanzar y a retroceder en el tiempo. De repente se te ocurren ideas maravillosas: ideas que le dan tanto sentido a todo que incluso das por hecho que siempre han estado ahí, aunque tú, como "creador", no te hayas dignado a prestarles atención, a mirarlas de frente. Tienes la certeza de que esas ideas tienen que estar por derecho propio en el guión. Pero son como cúpulas majestuosas que no se sostienen por sí solas... a no ser que encuentres cuatro columnas que las sostengan.

Así que retrocedes hacia los cimientos del guión, viajas en tu Delorean hacia el pasado y siembras el primer acto de justificaciones, construyes un par de andamios en la primera mitad del segundo acto, dejas un calendario deportivo del año 2015 encima de una mesa...

Y lo mejor de todo es que mientras haces esos cambios para que encaje lo que quieres añadir al final de la trama, te das cuenta de que gracias a eso los personajes evolucionan de forma acojonante, porque ellos también necesitaban adaptarse a esas nuevas ideas que tú tenías en la cabeza. Desde el principio de los tiempos.

La trama es perfecta e inmutable. Tú, guionistilla de mierda, eres contingente y limitado. Por eso tienes que ir descubriendo la trama poco a poco, aunque ella esté escrita desde el principio de los tiempos por voluntades más poderosas que tú.

El pasado afecta el presente. El futuro afecta al pasado. El presente afecta al futuro.

Todo ha de ser por el bien del bebé.  En ocasiones escribo cosas para el largo y soy consciente de que dichas cosas "no lucen". El guión que estoy escribiendo es uno de ésos que son "muy poco agradecidos" para un guionista. La peli no se cimienta en diálogos magistrales, ni en tramas elegantes... y aunque la estructura y el personaje sean complejos, pocos espectadores lo van a percibir como mérito del guión. De hecho, si esta película sale adelante, creo que será recordada por impactos visuales que, aunque estén ya en el guión, nadie se parará a pensar en el guionista cuando los disfrute.

Pero me da igual.

Quid pro cuo. Hoy por ti, mañana por mí.

Me acuerdo mientras escribo de la anterior peli que se rodó con guión mío. Había en ella hallazgos de realización que ya estaban apuntados desde el guión, pero también había hallazgos impresionantes de guión que yo nunca escribí. Los improvisaron el director y/o el equipo durante el rodaje, o durante la pre-producción.

Las películas son obra de una mente colectiva.

Las peliculas son un trabajo EN EQUIPO.

Si quieres destacar por encima de otros, eres una célula cancerígena.

Si eres listo - u honesto - cada decisión que tomes como guionista no la tomarás para tu lucimiento personal. La tomarás POR EL BIEN DEL BEBÉ.

Lo importante es creer en la peli que estás contando, hacerlo todo para que esa peli funcione lo mejor posible, para que agite los cimientos de todo y luego, sin pararte a pensar qué es obra tuya y qué no lo es... poder decir: "Yo estuve ahí".

Hay que saber untar la vaselina. Cuando una idea es difícil de vender al espectador, cuando una explicación chirría, cuando la única solución posible es demasiado forzada... hay que untarle vaselina al espectador... hay que meterle toda esa munición por el culo.

Me viene a la cabeza algo que suelo aconsejar a todo el mundo: A alumnos, a amigos, a compañeros, a conejos imaginarios.

Si una idea es difícil de digerir, HAZLA GRACIOSA.

Si cuentas algo con sentido del humor, la gente baja la guardia, acepta la información que le transmites de muy buen grado, con las defensas bajas.

En un guión como el que estoy escribiendo, sin embargo, no hay demasiado espacio para el humor. Pero he descubierto otro tipo de vaselina igual de efectiva:


Si una idea es difícil de digerir, HAZLA BONITA.

La belleza, la poética visual, el síndrome de Sthendal.

Porque la belleza y la poesía, al igual que el humor, nos invitan a abordar las historias con otra actitud. Con una actitud muchísimo más pura, menos crítica.

En parte estoy hablando de "hacer trampa". Pero también - en parte - os estoy invitando a vencer ciertos límites. Sobrevaloramos todo aquello que tiene que ver con la razón, con la coherencia, con "las reglas del juego". Pero si atacas solamente a esa parcela, estás atacando al 30% del espectador.

Lo racional está sobrevalorado.

Los seres humanos no somos sólo materia gris. Tenemos muchos otros puntos débiles que nos diferencian de las computadoras. Si yo le doy a un espectador algo que es incoherente a nivel racional pero potente a nivel simbólico, poético, emotivo... posiblemente esté saciando a ese espectador un 80% más de lo que podría saciarlo con un discurso coherente, profesional. aséptico.

Trabajar no es sólo sentarse delante del portátil. Ya he hablado en otras ocasiones sobre cómo nuestra tradición judeocristiana y nuestra sociedad capitalista nos inducen a asociar "trabajo" con "resultados materiales". Y eso distorsiona el balance de resultados en algunas profesiones - como la de guionista - que basan gran parte de su productividad en "tener ideas".

Y las ideas pueden surgir en cualquier parte. Eso de que las grandes ideas te vienen en la ducha no siempre es cierto, pero a veces SÍ lo es.

Algunas de las mejores ideas que he tenido para este guión no las he tenido sentado frente al ordenador, sino en la cama, dando vueltas entre las sábanas, intentando dormirme.

El otro día, mientras tapaba mis ojos con la almohada, rapiñando unas cuantas horas de sueño, me asaltó una idea sobre cómo enfocar estructuralmente cierta parte del guión. Y tuve la sensación de que con eso, en un segundo, avancé más de lo que habría avanzado durante cinco horas delante de la pantalla del portátil.

A veces hay que alejarse del ordenador. Yo, para tener ideas, suelo ser más productivo cuando me muevo. A veces me obligo a dar paseos para aclarar conceptos. Eso que decimos muchas veces los escritores de que "trabajamos 24 horas del día" es un poco exagerado, pero al mismo tiempo es parcialmente cierto. Una parte de ti siempre está en guardia - incluso mientras duermes - porque nunca se sabe cuándo una buena idea puede morder el anzuelo.

Pregunta al personaje. Hace tiempo leí un cuento de Michael Ende en el que unos exploradores atravesaban la jungla en busca de algo, guiados por indígenas. Tenían prisa - no recuerdo por qué razón -. En un momento dado, la expedición había recorrido muchísimos kilómetros y, aunque aún era de día y todos tenían fuerzas para continuar, los indígenas decidieron que había que detenerse.

Los exploradores protestaron.

¿Por qué había que pararse, si era de día y todos estaban aptos para continuar?

Los indígenas respondieron algo similar a esto:


- Nuestros cuerpos han caminado demasiado rápido. Ahora tenemos que sentarnos a esperar para que nuestras almas los alcancen.

Cuando escribes a demasiada velocidad ocurre algo parecido. Tecleas tan rápido que tu alma se pierde en el camino. A veces es conveniente. A veces esa tormenta irreflexiva en la que uno se convierte cuando escribe espontáneamente es incluso necesaria. Ciertos tornados, aunque destruyan mil cosas, son bienvenidos porque remueven otras mil cosas que estaban estancadas en los sótanos de nuestras cabezas.

Pero otras veces... te dejas llevar por la fuerza del tornado y escribes una decena de esperpentos que te encantan pero que, lógicamente, no tienen sentido... no apuntan hacia ninguna dirección concreta...

En esa ocasiones, creo que lo mejor que puedes hacer es preguntarle a tu personaje. ¿Qué necesita él - o ella, en este caso - ? ¿Hacia dónde quiere ir? ¿Resuelve asignaturas mientras las tecleas, o se pasea de manera indolente por la trama?

Un@ secuencia en la que el personaje no aprenda o desaprenda algo... una secuencia que no te ayude a comprender algún aspecto del prot@... es una secuencia desaprovechad@.

Sé que cuando escribes películas "high concept" recomiendan: "Si estás perdido, regresa a la premisa". Yo casi nunca manejo tramas de "high concept". Por eso, cuando me pierdo, lo que hago es "regresar al personaje". Y creo que tanto en los high concept como en los low concept, si tienes un protagonista único y bien definido, lo habitual es que premisa y personaje vayan juntos, y bien agarraditos de la mano.


Escribe para alguien. Cada vez tengo más claro que uno escribe a más velocidad (y con más ilusión) cuando le alimenta el deseo de mostrar a otro ser humano las aberraciones que ha escrito.

Alguien que sintonice contigo, alguien con gustos similares a los tuyos.

En esta ocasión tengo la suerte de escribir para un director con el que sintonizo mucho, y al que me apetece mostrar lo que escribo y escuchar su opinión.

Si no tenéis esa suerte... si tenéis que escribir para alguien con quien no conectáis...


1- Si no estáis cobrando por hacerlo, DIMITID. No trabajéis gratis en algo que no os haga felices.


2- Si estáis cobrando y no os compensa dimitir... escribid pensando en alguna otra persona, alguien a quien os apetecería mostrarle vuestros logros al final de cada jornada. Alguien a quien enseñarle lo que habéis parido... antes de que vengan otras personas a deformarlo.

Ése es el combustible.

Escribimos para los seres humanos.

Es de Perogrullo, y por eso mismo lo olvidamos con demasiada facilidad.


Los blogs te roban tiempo. Todo el tiempo que he invertido en escribir esto... es tiempo que podría haber aprovechado para avanzar en mi guión.

Pero regreso a lo que dije un poco más arriba: Nuestro trabajo es muy anárquico. A veces necesitamos alejarnos de él. A veces, para que las ideas se reorganicen en nuestra cabeza, tenemos que dejar de observarlas.

Es como cuando tienes algo en la punta de la lengua y no consigues recordarlo. La única manera de deshacer ese bloqueo es ponerte a pensar en otra cosa.


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