martes, 21 de agosto de 2012

HAY UNA GRIETA (OPINIONES AJENAS)


La vida quiere que ahora esté en uno de esos períodos en los que toca recibir opiniones ajenas acerca de mi trabajo, para mejorar dicho trabajo a la luz de lo que te aporten los opinadores en cuestión.

Yo agradezco MUCHÍSIMO las opiniones externas. Sobre todo cuando son sinceras.

Todos sabemos cómo va esta mierda. Todos sabemos cuándo alguien te está diciendo que "mú bien" a todo para escurrir el bulto, o para darte la razón como a los locos. Todos sabemos cuándo alguien te regala ese "mú bien" para hacerte la pelota.

Yo tengo la suerte - o así lo creo - de contar con bastantes opiniones fiables (sustitúyase "opinión fiable" por "persona con criterio" o "amigo de verdad" o incluso ambas cosas)

Existen criaturas ponzoñosas que descalifican tus obras por sistema, ya sea por envidia, por pose o por sífilis. Esas personas son tan fáciles de detectar que... si no las detectas, eres gilipollas y te mereces lo que te ocurra.

Y hay otras personas cuyas críticas, aunque sean disconformes, son bastante constructivas y muy, muy convenientes.

Ahora mismo me hallo en fase de corregir un par de obras. Las tengo dentro del taller, finiquitando la fase de "chapa y pintura". Se trata de dos novelitas que quiero publicar por mi cuenta, sin editoriales, sin intermediarios, sin esperar por la opinión de "los mercados".

Por eso estoy especialmente receptivo hacia lo que opinan sobre ese par de engendros algunas personas cuya opinión valoro de manera especial.

¿Hasta qué punto debes hacer caso de las opiniones ajenas? ¿Cuándo tienen razón los de fuera y cuándo te conviene ser fiel a tus propios principios?

Yo, en mis "no muy largas" andanzas,  me he encontrado con los dos extremos:

1- Gente orgullosa: gente con "ínfulas de artista" que JAMÁS se mostrará receptiva a la hora de alterar su obra. Viven en una ensoñación. Ellos son los "grandes genios" y todo aquél que no comulgue con ellos es porque no ha sabido "adelantarse a su tiempo" para entender su visión.

2- Los volubles, inseguros. Los que nunca confían en su propia brújula interior y avanzan haciendo eses: Si "fulanito" les dice que la historia debería ir más hacia la izquierda, giran hacia la izquierda. Si "menganito" les dice que la historia funcionaría mejor girando hacia la derecha, pues... ¡rumbo a la derecha!

Ambas opciones me parecen igual de peligrosas. Los "prepotentes egocéntricos" acaban naufragando en el terreno estéril de sus propios complejos, y los "inseguros indecisos" cambian de rumbo cada tres segundos... y el barco termina volviéndose loco y prefiere volcar sobre sus propias heces.

Y, joder, ¡yo creo que tengo la puta fórmula! ¡En serio!

Como en muchas otras ocasiones, me parece algo demasiado obvio para escribir una entrada sobre ello, pero no paro de encontrarme a compañeros de fatigas que viven atormentados por no saber cómo resolver el dichoso dilema.

Así que me dispongo a compartir mis experiencias, por si sirve de algo:


Creo que sólo existen dos casos en los que uno debe plantearse hacer caso a las opiniones externas:



1-
  La primera de ellas es quizá la más obvia:

Si muchas personas distintas critican exactamente el mismo aspecto de tu obra, entonces hazles caso.

Todos tenemos gustos distintos, para gustos colores y toda esa mierda. Pero si dos o tres personas te señalan los mismos puntos débiles, ¡igual deberias hacerles caso!

Peeeeeroooooo:

Yo al menos, para considerar eso como prueba concluyente, me aseguraría de lo siguiente:

- Que los "opinadores" en cuestión NO hayan tenido ocasión de hablar sobre el tema para "ponerse en común" y para "contaminarse" mutuamente antes de manifestarte su sentencia.

- Que los "opinadores" en cuestión sean (según el caso) de distintas edades, o de distintas clases sociales y/o distinto nivel cultural... garantizando una "muestra" medianamente variopinta.

- En caso de tratarse de una obra destinada a un target muy específico, no es tan concluyente el número de opiniones como su selección cualitativa (si vas a un asilo a preguntar a los ancianitos qué les ha parecido "Depredador" o "Abierto hasta el amanecer", los resultados no son concluyentes, por razones obvias)



2- 

A veces basta con una sola opinión:

Porque a veces somos indulgentes con nosotros mismos. A veces el proceso de escribir es tan desgastador que dejamos flecos; cosas deshilachadas, cabos sueltos, parásitos que aceptamos en la obra sin aprobarlos del todo.

Lo de siempre: "Sé que esto me rechina un poco, pero creo que es cosa mía porque yo estoy demasiado inmerso en el proceso. Seguro que alguien ajeno ni siquiera lo acusa, ni siquiera se da cuenta de que aquí hay una grieta. Porque es una grieta solamente para mí, que soy muy puñetero conmigo mismo y todo eso. El resto de la gente ni siquiera será consciente de esa neura mía. Porque se trata de eso: de una neura mía, mía... y sólo mía..."

Pues en esas ocasiones en las que alguien que no eres tú acusa esas pequeñas grietas y te lo dice: En esos casos... en esos casos no hace falta que sean varios críticos. Si UNA SOLA PERSONA acusa una de esas grietas que resuenan en lo más profundo de ti mismo, una de ésas que tú querías creer que "sólo eran cosa tuya"... En ese caso... no hacen falta segundas opiniones.

AFRONTA ESE DEMONIO.
Hay una grieta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario