martes, 21 de octubre de 2008
POLIZÓN
Los mosquitos de Fuerteventura son distintos a los de cualquier otro lugar. Son más oscuros, más compactos, más pequeños que los de aquí, tal vez más grandes que los de allá...
Comparten con sus demás compañeros de gremio una odiosa costumbre; la de aprovechar ese mágico instante en el que estás a punto de quedarte dormido... y entonces... sólo entonces... irrumpir en tu madrugada con un vuelo rasante de avioneta desafinada, joder tu sueño con un efecto dopler, cosquillear mejilla, frente y ojo al mismo tiempo...
La picadura de los mosquitos majoreros es relativamente amable. La marca y el picor desaparecen un par de horas después de la agresión. Uno casi prefiere que le piquen hasta reventar, con tal de que no se acerquen a tu oído... con tal de que te dejen conciliar el sueño...
Definitivamente, los mosquitos de Fuerteventura son distintos. Los reconocería con los ojos cerrados. De hecho, eso fue lo que ocurrió la noche pasada. Intentaba conciliar el sueño, y no era fácil. Justo entonces empezó a oírse el zumbido, para más inri. El mismo zumbido que emiten los mosquitos de mi isla. Ese insistente trompeteo que (ayer lo volví a demostrar) reconozco hasta con los ojos cerrados.
Me extrañó.
Porque yo estaba intentando dormir en Donosti, y ese ruido pertenecía a una isla (mi querida isla) situada junto a la costa de África, a miles de kilómetros de distancia.
Encendí la luz. Lo vi. Allí estaba el muy cabrón, posado en la pared, a veinte centímetros de mi oreja. La imagen y el sonido coincidían. Era un puto mosquito de Fuerteventura. ¿Qué coño hacía en Euskadi?
Intenté matarlo. Fallé. El desconcierto me hizo torpe. El chupasangres utilizó sus habilidades ninja para disolverse en el aire.
Me resigné, apagué la luz... y sumé a las dos o tres preocupaciones que alimentaban mi insomnio una preocupación número cuatro. La misma de hace un par de párrafos: ¿Qué coño hacía un mosquito majorero en mi habitación de Donosti?
La respuesta llegó pronto. Brilló en la oscuridad como una palomita de maíz:
He pasado este fin de semana en Fuerteventura. Mientras estuve allí, dejé mi mochila abirta de par en par. Probablemente, uno de los mosquitos de mi isla se metió en el interior de esa mochila, y se quedó encerrado en ella. De ese modo, se convirtió en involuntario polizón. Se subió conmigo a dos aviones, a un taxi, y a un tercer piso de un edificio donostiarra.
Odio a los mosquitos, pero aquel en cuestión, una vez hube determinado su origen, sembró en mi corazón una larva de algo que parecía cariño.
Tiene cojones que exista algo que te joda en Canarias, y que te alegres de encontrarlo en Donosti, por el simple hecho de que remite a tu isla.
Me alegré de no haberlo matado. Y poco después me arrepentí de haber fallado el golpe. Un mosquito canario en Donosti... Si no perece de un manotazo, fallecerá de aburrimiento. En estas circunstancias, negarle una ejecución veloz, precisa, expeditiva... es pura crueldad.
En otro orden de cosas: El otro día me terminé (por fin) El palacio de la luna, de Paul Auster. Qué bien escribe ese hijoputa... y qué fácil hace que parezca...
CUIDADO. No es bueno juntar las funas autocyonas de dos sitios diferentes. ¿Quien sabe que extrañas mutaciones surgiran si se junta ese mosquito de Fuerteventura con uno de Donosti? Hay que tener cuidado con eso, podemos crear nuevas especies que no deberian estar ahí.
ResponderEliminarEn otro orden de cosas, puedes disfrutar de las primeras entregas de Bedrock, el super heroe sin superpoderes, en mi blog, en www.elchache.blogspot.es
Un saludo.
Sí, Chache. También me entró a mí ese temor de la mezcla de dos especies.
ResponderEliminarPero el mosquito donostiarra es tan estúpido y tan lento que difícilmente puede dar lugar a algo realmente peligroso. Se trata de mosquito enormes pero muuuy torpes. Y, siendo de aquí, lo más seguro es que se alimenten de helado de estracciatela en vez de alimentarse de sangre.
Oye, voy a añadir tu blog a mis enlaces!
Pero... cuando viví en SS no recuerdo que nunca me picara un mosquito.. claro que lo recordaría????(tampoco es tan importante que te pique un mosquito no?)
ResponderEliminarJa ja, seguro que se alimentan de helado de estracciatela, chuletón y un vaso de chacolí (si es que son muy suyos estos vascos.... )Y después de la comilona se van de encargos por la avenida (llenos de bolsas de Loewe)y finalmente a marcarse unos bailables a bataplan...
oye, conoces un bar que se llama el cine? (jo jo, es que me he acordado de mi adolescencia)
¿Vascos y "bailable" en la misma frase? ¿Estás segura de que has vivido en la misma Euskal Herria que yo? Si yo aquí por fin me siento integrado a pesar de no bailar ;P
ResponderEliminarNo conozco el bar "El cine", pero si me dices dónde está, puedo intentar explorarlo y decirte si sigue igual que en tu adolescencia. Si hay que sacrificarse e ir a un bar, pues se hace...
Joder... Mi hermano (el Chache) ha escrito EXACTAMENTE el mismo comentario que pensaba escribir yo...
ResponderEliminarInternet es demasiado pequeño para dos del Álamo.
Oye... pues en mi época se bailaba (a lo mejor la que bailaba era yo, que también puede ser)... pero vamos, la ultima vez que estuve salimos por lo viejo y en un mini garito que está en una de las esquinas de la plaza de la constitución no veas que bailes nos marcabamos... XD
ResponderEliminarLo del cine, jo, es que cuando yo vivía alli (no quiero ni hacer cuentas) se salía por "la zona" y el cine era el bar de moda... oh dios!!! que disgusto... acabo de leer que ya no existe (he ido a buscar la dirección y mira que disgusto...) me siento como una viejuna, desapareciendo los bares de mi juventud...
César: Sí... Ya te digo, es inevitablemente pensarlo. A lo mejor, sin darme cuenta, he provocado un desastre ecológico a escala planetario.
ResponderEliminarCata: Yo me siento igual de viejo cuando voy a Fuerteventura y veo que ciertos sitios han desaparecido o se han convertido en otra cosa... Ley de vida, me temo...
Mal de muchos consuelo de tontos...
ResponderEliminarpero bueno...
gracias! :)
Y es ley de vida, si, pero a mi esa ley de vida me jode mucho, porque pasan los días y ni te das cuenta, y de pronto dices: joder si han pasado diez años!!!
Con lo despacito que pasaba el tiempo cuando eramos pequeños.
Es lo que tiene estar lejos...lo más chungo se te transforma en la imagen de tu hogar.
ResponderEliminarYo me pongo los auriculares para estos casos.
ResponderEliminarDeja que los mosquitos majoreros colonicen el mundo. Ese ha sobrevivido a un viaje "minitransoceánico", yo creo que está preparado. Y si viene en son de paz, esperemos que se integre bien y que los mosquitos donostiarras no se metan con su acento trompetero desafinado.
Jejeje muy buena entrada
ResponderEliminarLos mosquitos trompeteros también abundan en la península, aunque en Donosti... ya no se, la verdad, es probable que sea majorero, el frío no les sienta nada bien, y hay quien dice que los vascos matan los mosquitos lanzando rocas de 100Kg.
Cuando a mi me ocurre eso, enciendo la luz, y con un cojín o almohada lo persigo hasta la muerte, después, aunque haya pasado mucho tiempo y pierdas horas de sueño, duermes mucho mejor mirando la nueva mancha que dejas en el techo, a modo de trofeo... que mejor forma de conservar el recuerdo del mosquito majorero¿? así lo tendrás hasta que pintes el piso!
Un saludo
A mi como me sobrevuele uno, enciendo la luz y no duermo hasta que lo veo muerto, no puedo evitarlo. Lo mismo me da que sea majorero, donostiarra o especie protegida.
ResponderEliminarClaro que peor fue lo de este verano, que lo que planeaba por mi habitación era un murciélago...
Ey Juanjo, con tu permiso, yo también voy a poner un enlace, pero a tu blog, que siempre lo pienso y luego se me pasa.
Tomás: Amén, y qué remedio... :P
ResponderEliminarLaia: Lo de los auriculares no es mala idea, pero... ¿y si luego no escucho el despertador?
Tay: Eso es lo que suelo hacer yo en circunstancias normales, y normalmente es inútil, porque no suele tratarse de un solo mosquito, sino de decenas de ellos, y al final uno se siente como un Leónidas en pleno estrecho de las Termópilas, y los persas nunca se acaban.
Sach: ¡Joder, un murciélago! Y un placer lo del enlace, ¡por supuesto!
Deja que se marche por la ventana, ha hecho un largo viaje, imagina las historias que les podría contar a los otros mosquitos! es un emprendedor, un héroe que zumba por las noches contra el sistema, todo el mundo odia a los mosquitos, él no ha tenido la culpa de nacer mosquito, desde aquí inicio la campaña "Liberen al mosquito" o al menos denle una muerte digna... y un nombre claro, después de todo llevas alimentandolo un tiempo, seguro que si pudiese hablar te llamaría "papa"
ResponderEliminarSí, Jack.
ResponderEliminarSe trata del tío Matt de los mosquitos ;P
No he vuelto a ver al ejemplar. Posiblemente ni siquiera haya llegado a alimentarse de mí.
Yo si no me toca los cojones, le dejaré sobrevivir.
Si, es que es una zona muy delicada...
ResponderEliminarEsto no lo voy a firmar.