domingo, 20 de octubre de 2013
LO QUE NO NOS CUENTAN SOBRE LOS VIRUS
Los virus son un misterio. Tan rudimentarios que muchos biólogos se niegan a considerarlos seres vivos, pero al mismo tiempo tan complejos que ningún científico ha sido capaz de desentrañar todos sus misterios.
De hecho, los pocos investigadores que han estado a punto de esclarecer el enigma de la estructura del virus, de su funcionamiento... han muerto en extrañas circunstancias.
En parte porque conocer un virus ayudaría a curar las enfermedades que provocan, y al parecer eso no interesa.
Y en parte porque la estructura y el funcionamiento de estos seres microscópicos es la llave hacia un secreto escalofriante, con implicaciones bastante chungas.
Para explicaros a qué me refiero recurro a una fuente de información que todo el mundo conoce pero que nadie ser molesta en leer:
WIKILEAKS.
Seamos honestos. ¿Quiénes se han tomado la molestia de leerse todos los documentos de Wikileaks? Sólo unos pocos, y nunca les haremos demasiado caso, porque llegamos a la conclusión de que si alguien ha invertido tanto tiempo de su vida en algo así, debe de ser un PUTO LOCO.
Normalmente sólo conocemos de Wikileaks los resúmenes que nos ofrecen los medios de comunicación, o los líderes de opinión de internet. Ellos filtran ese torrente de información y nos cuentan sólo los "secretos" que les interesan.
Usan unos escándalos para eclipsar otros.
Una de esas muchas revelaciones eclipsadas tiene que ver con los virus. ¿Os acordáis de aquellos paranoicos que decían que el SIDA y el ébola habían sido creados por el gobierno? ¿Recordáis aquéllas teorías de que los documentos históricos están manipulados, que en realidad los virus no existieron hasta la segunda mitad del siglo XX?
Pues bien: Resulta que eso era sólo la punta del iceberg.
Voy a haceros (como si yo fuera uno de los grandes medios de comunicación) un resulmen de lo que se dice (y se prueba) en Wikileaks sobre los virus:
- Los virus son, por decirlo de un modo muy simplista, robots creados por el hombre. Pequeñas obras de nanotecnología, accionadas por control remoto desde ordenadores muy potentes.
- Cuando una persona enferma por culpa de un virus, no es algo accidental. Es una decisión que toman los grupos de poder que controlan estas máquinas microscópicas. Ellos dan la orden, y entonces los virus se activan dentro del organismo de esa persona (o grupo de personas) provocando la enfermedad.
- Salvo en casos relacionados con personas muy relevantes, la orden de activar cada virus no la dan directamente los poderosos, sino algoritmos informáticos programados de acuerdo con los planes a corto, medio y largo plazo de estos grupos de poder.
- En muchas ocasiones los virus reciben la orden de atacar para neutralizar a la población y hacerla más dócil. Si cotejáis las estadísticas de la OMS con los telediarios, notaréis que hay un notable aumento de las enfermedades víricas en víspera de elecciones, o cuando (por ejemplo) se preparan importantes manifestaciones de protesta (a menos de que se trate de manifestaciones organizadas secretamente por los grupos de poder, pero ésa es otra historia)
- En el resto de las ocasiones, los virus se dividen en dos tipos: 1) Los que están programados para atacar en estaciones del año concretas (creando rutinas cíclicas, claustrofóbicas que fomentan en la gente una mentalidad igual de clautrofóbica, resignada a parámetros rígidos) y 2) Los que están programados para hacernos enfermar de forma completamente aleatoria. (se trata de una técnica que inventaron los nazis: si administras los premios y los castigos de manera arbitraria y aleatoria, con independencia de cómo se haya comportado el sujeto, destruyes sus convicciones ideológicas, su fortaleza moral y su fe en que las cosas obedezcan a un sentido que las haga explicables. Los organismos de poder lo saben, y lo usan para crear una religión sin Dios)
- Estos "micro-robots" llamados virus no sirven únicamente para provocar enfermedades. También se usan para "espiar" lo que sucede en el interior de nuestros cuerpos. Qué comemos, qué ejercicio hacemos, qué nos excita, cómo reaccionamos fisiológicamente a la publicidad, los discursos políticos, los sueños... Los virus mantienen una conexión continua (y cada vez más sofisticada) con terminales de ordenador en las que toda esa información se almacena y se clasifica en bases de datos.
- Los virus no son el único ejemplo de ese tipo de nanotecnología en nuestras vidas. Hay dispositivos de vigilancia similares en casi todos los aparatos que tenemos en casa. Televisores, teléfonos móviles, microondas, ordenadores, routers... Un técnico podría desmontar y examinar cualquiera de esas máquinas sin encontrar nada sospechoso, porque hablamos de dispositivos del tamaño de un virus. Todo lo que hacemos en nuestros hogares es visto, escuchado y grabado. Cualquier cacharro que hayas comprado después de 1997 incorpora más tecnología avanzada de la que imaginas. Y no la usan sólo para espiarnos: Cuando lo estiman conveniente, esas nanomáquinas emiten ultrasonidos y ondas cerebrales capaces de provocarnos depresión, estados de ansiedad, adicciones, etc
Para comprender lo que he contado en toda su dimensión, necesitáis saber que me lo acabo de inventar. Nada de lo que he dicho es cierto o, si lo es, yo no tengo constancia de ello, o no tengo las pruebas. Mi intención era generar una realidad alternativa y hacerla coherente, verosímil (al menos en un primer vistazo sin análisis exahustivos) Para ello he manipulado ideas mías combinándolas con otros elementos que sí existen en la realidad, u otras teorías de las que sí se ha hablado de manera más masiva y continuada.
Me dedico a escribir, y creo que éste es un ejercicio que todo escritor debería hacer de vez en cuando: Imaginar que la realidad funciona con reglas diferentes a las que nos han contado e intentar encontrar explicaciones coherentes para rellenar cada hueco, cada punto débil en la argumentación.
Los psicólogos tienen un término científico para este tipo de comportamiento: Paranoia. Los escritores también tenemos un término para ello: Crear un buen universo para tu historia.
En otras palabras: Creo que todo escritor debería, por prescripción médica, inyectarse un poco de paranoia en las venas. De vez en cuando.
Recuerdo que hará unos diez u once años se me ocurrió un punto de partida para una novela:
"En realidad los Gobiernos nos mienten. Todos los demás planetas de nuestro Sistema Solar están habitados. Estamos continuamente en guerra con marcianos, con venusinos, con habitantes de la Luna... y sólo unos pocos conocen estas verdades y luchan para mantenernos a salvo."
En aquellos tiempos no sabía yo que mucha gente sostiene una teoría similar a la que iba a contar en mi novela, y lo argumentan con (presuntas) pruebas, y hacen documentales, y dan conferencias.
Hay mucha gente buscándole la belleza conspiranoica a este mundo. Gente que sostiene que nuestro planeta es hueco por dentro y que sus entrañas están habitadas por otros seres. Gente que opina que nuestra sociedad está manipulada por seres extraterrestres de naturaleza reptiliana.
Ante este tipo de propuestas existen dos tipos de reacciones mayoritarias: 1) Tragárselo todito de manera irreflexiva porque "we want to believe" y 2) Ridiculizarlo todo, apartarlo de manera despectiva sin siquiera darle una oportunidad a esa información que se nos propone.
No voy a entrar aquí en qué hay de real en esas historia y qué hay de fábula. Para eso ya están los científicos.
Y yo no soy científico, soy escritor.
Sin ánimo de dogmatizar, creo que quienes nos dedicamos a contar historias deberíamos escuchar este tipo de cosas con el cerebro dividido: Una parte de nuestra cabeza con el escepticismo activado, buscando agujeros e incoherencias en el discurso... y otra parte de nosotros deseando que esa historia sea cierta, buscando en ella lo que tiene de belleza, de poesía...
Creo que un contador de historias desaprovecha gran parte de su potencial si no hace de vez en cuando el ejercicio de cuestionar lo obvio.
Creo que un contador de historias desaprovecha gran parte de su potencial si permite que lo racional subyugue y condicione su sentido de la maravilla.
Creo que un contador de historias desaprovecha gran parte de su potencial si no se molesta en encontrar las grandes verdades que se esconden en el interior de cualquier mentira.
Y cualquier teoría de la conspiración encierra verdades valiosísimas. Al margen de lo que sea o no real en ellas en un sentido literal, esas visiones "alternativas" de nuestro mundo lo explican mejor de lo que creemos. Nos informan sobre los anhelos que albergamos en nuestro interior, sobre cómo el inconsciente colectivo se ve en la necesidad de redefinir los arquetipos que estructuran nuestra manera de pensar y percibir.
Los antiguos paradigmas caducan y estamos construyendo otros nuevos. Y eso es mitología viva.
Estudiamos con veneración la mitología de los hombres antiguos, conscientes de las grandes verdades y las valiosísimas enseñanzas que se hallan encriptadas en dichos mitos, pero despreciamos la mitología del hombre actual, que adapta inconscientemente los antiguos símbolos a las realidades actuales; que busca una nueva magia porque la magia de antaño ya no le rima con el mundo de ahora.
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2 comentarios:
Que buena entrada, he llegado por los virus y me he quedado por el contenido nada relacionado con ellos.
:)
Hum... Mitología viva... me parece muy interesante eso y no he podido dejar troncharme mientras leía el principio.
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