jueves, 2 de febrero de 2012
BIBLIOTECA NACIONAL (O BORGES EN LAS MAZMORRAS DE AZKABÁN)
Ahora que empiezo a asomarme con timidez al mundillo éste de las editoriales estoy descubriendo a muchos escritores interesantes, de ésos que rara vez encontraréis en los stands del Corte Inglés. Gente que anticipa desde el sótano, que no vende millones de ejemplares y aprovecha la libertad que implica eso para hacer experimentos (y no con gaseosa), gente como Vicente Muñoz Álvarez, Jose Ángel Barrueco, Esteban Gutiérrez Gómez, Noelia Jiménez, Francesco Espinoglio o Mario Crespo.
Por alguna extraña razón, casi nunca hablo de libros en este blog. Y eso es algo difícil de entender, porque los libros se están convirtiendo en la materia prima que amuebla gran parte de mi vida.
Como nunca es tarde para cambiar de hábitos, me he decidido a hablaros de la última novela de Editorial Eutelequia:
BIBLIOTECA NACIONAL, de Mario Crespo.
Decía Chesterton que los conceptos más poderosos siempre nacen de la paradoja y la contradicción. Biblioteca Nacional podría ser un buen ejemplo de ello. Sus virtudes florecen de esa tensión entre opuestos.
Porque es una novela desconcertante, pero acogedora.
Porque su estilo de redacción es accesible, pero elaborado.
Porque es una oda al fetichismo de la literatura impresa... y es una oda al cyberespacio, al universo digital, a lo que se avecina. Una cuerda de funambulista con el extremo izquierdo enganchado en la tradición y el extremo derecho enganchado en el futuro.
En Biblioteca Nacional he visto un eslabón perdido, un punto de inflexión, una profecía de la literatura que acecha a la vuelta de la esquina. Los escritores más minoritarios son los más libres a la hora de intentar anticiparse.
Las sensaciones que me deja esta novela de Mario Crespo son similares a las que me dejó en su día otra gran novela contemporánea: Vivir y morir en Lavapiés de Jose Ángel Barrueco. Son libros que intentan escapar de su prisión de papel. Desean aflorar. Conversar con el mundo y amalgamarse con él. A pesar de estar impresos - y de venerar a la literatura impresa - casi se diría que estos libros suplican que cada una de sus páginas sea una pantalla táctil. En ellos, aunque sea sólo de manera conceptual, hay memes, hipervínculos, alusiones a webs, a pelis, a personajes reales que, al ser mencionados ahí, empiezan a vivir de pronto dos existencias paralelas, a lo Fringe.
Del mismo modo en que resulta difícil adivinar cuál es el último átomo de nuestro cuerpo y cuál el primer átomo del resto del Universo, también resulta difícil establecer el límite entre lo que sucede a un lado u otro de las páginas de Biblioteca Nacional (un tabique de papel es, por definición, endeble).
Si realmente hay una puerta uniendo y separando al mundo digital y al mundo impreso, libros como Vivir y morir en Lavapiés y Biblioteca Nacional son su bisagra.
Leer la novela de Mario Crespo es casi como navegar por internet. Una ensalada POP, rollito post-moderno-Malasaña, pero en el buen sentido. Saltar de un tono a otro, de un género al siguiente, a la velocidad del cyberespacio. En las 150 páginas de Biblioteca Nacional nuestras neuronas saltan de Borges a Harry Potter, de Paul Auster a Dragones y mazmorras, de Pep Guardiola a JJ Abrahams, de Vila-Matas a Francisco Ayala.
Y si me conocéis medianamente bien, ya habréis deducido que os la recomiendo.
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1 comentario:
No conocía ningún autor ni ningún título de los que mencionas. Iba a ver el tercer capítulo de Obi, pero me voy corriendo a investigar y dar una vuelta por las webs de Casadellibro y de la fnac. Así, por lo que dices, tiene buena pinta, "Biblioteca nacional".
Salud.
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